Por Maryuris Quintania Rodríguez y Elis Romero Algarín
El paro agrario y la
demora en los acuerdos de paz en La Habana han sido factores primordiales para
que el actual presidente Juan Manuel Santos esté en el ojo del huracán ante la
sociedad, siendo el segundo en la lista de mandatarios menos favorecidos en la
historia colombiana; causa de ello, es su poca capacidad de acción y
cumplimiento de promesas ante las problemáticas que persisten en el país.
Santos, siendo la
mano derecha de Uribe, envolvió al país con sus parlamentos, por lo que,
quizás, obtuvo un puesto en el cual solo ha hecho méritos para ser odiado por
una gran parte del pueblo Colombiano, ello se refleja en los resultados de la encuesta
realizada por la firma Gallup, dirigida por Juan Mesa, quien fue, en su
momento, cercano a la Presidencia de la República y que hoy es el encargado de
hacer reelegir los programas de gobierno desde la Fundación Buen Gobierno.
Si se percibe, la única
fortaleza que aparentemente defiende y que no tiene fundamentación es “la lucha
por la pobreza”, la cual ha “mermado” con los días, pero que tiene de trasfondo
mentiras, negligencia y méritos que no corresponden con la realidad del país.
Indudablemente, es
una fachada más, un engaño de palabras y actos que facilitan un hincapié hacia
la miseria, que fortalece los pilares de la corrupción, del aprovechamiento de
aquellos pocos que poseen el poder y que se enriquecen a través de la
ignorancia del pueblo.
Concluyendo, la
politiquería presente en la nación, la reelección de mandatarios con “rabo de
paja”, demuestran la poca capacidad de raciocinio que posee el pueblo al
momento de elegir a sus dirigentes, quizás al darle oportunidades a los mismos,
se recae en trastornos de funcionamiento de la memoria y en la capacidad de
recordar lo que pasó, o más conocido como amnesia; pero, lo más grave del caso
es que estamos sumergidos en un letargo, que nos somete a repetir la misma
historia.
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