Por Karen Espitia, Geraldine
Herrera y Andrea Ramos
Con la máxima
de perdón y olvido, inició la conferencia del pasado 11 de septiembre que conmemoró los 40 años del golpe de
estado que derrocó del poder al entonces presidente chileno socialista
,Salvador Allende, quien dio paso a la dictadura militar de Augusto Pinochet. En
el ejercicio de mostrar cada uno de los sucesos ocurridos durante la mañana del 11 de septiembre del año 1973, Lorena Antezana Docente,
investigadora y defensora de los derechos humanos, visitó la Universidad
Autónoma Del Caribe.
Lorena
Antezana, quien vivió de una manera directa este suceso que marcó la historia chilena y que con su
relato de vida dio a conocer muchos aspectos que abrieron las mentes de nosotros
como estudiantes y partícipes de un cambio social, demostró cómo, después de 40
años, esa historia puede ser escrita y contada para mostrar cual era la
realidad.
Y es que el pueblo perdona, pero no
olvida, o ¿cómo se le pide a una madre
que olvide que despidió a su hijo para ir a estudiar, y este jamás regreso?,
¿cómo se le puede pedir a una familia que elimine recuerdos y vacíos que dejó
ese ser querido que un día estaba y, de repente desapareció a manos de otros?.
Eso es simplemente imposible, el
perdón llega con el tiempo y el desgaste de los recuerdos. Los chilenos
vivieron vejámenes en ese significativo golpe de estado que es hoy parte de la
memoria colectiva y la historia de Chile, que se sigue construyendo y reconstruyendo.
Para nosotras lo que contó y narró
desde su experiencia propia la dra. Antezana, no es algo que nos sorprenda
mucho, pues es todavía una realidad en nuestros país, la misma que
vivieron las familias de las personas que salieron vivas y caminando de la toma
del Palacio de Justicia en el año 85 y
que aun se desconoce cuál fue, entonces, su destino y son precisamente sus
familias quienes mantienen vivo el recuerdo.
En el afán de conseguir poder, nuestro
país se enfrenta a la lucha constante de quién es justo y quién no; de alguna u
otra manera, podríamos decir que Colombia
se debate entre la vida y la muerte. Entonces, queda una pregunta abierta para
nosotros como colombianos ¿será necesario que en Colombia haya un golpe de
estado y que se vivan más tragedias para levantarnos de los escombros?
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