Por Gheraldine Mancilla y Lorraine Caballero.
En los últimos años, el fenómeno de los
realities se ha propagado por todo el mundo y nuestro país no ha sido la
excepción. Las noches de los televidentes colombianos se ven plagadas de este
tipo de programas, donde los excesos y las situaciones dramáticas constituyen
un ingrediente garantizado para aumentar el rating.
En Colombia, los realities tomaron fuerza a
partir del 2000, cuando Expedición Robinson fue aceptado por el público, que se
entretenía viendo a un grupo de personas intentando sobrevivir pese las
inclemencias del tiempo y las dificultades en una isla desierta. Los
colombianos quedaron encantados con este nuevo formato, esto se vio reflejado
en las altas sintonías y la polémica generada en el país.
Sin duda alguna, un gran referente de este tipo
de programas, y quizás el más exitoso ha sido Protagonistas de Novela, donde se
muestran un grupo de personas que pretenden formarse como actores, mientras su
vida privada se vuelve pública, combinando llanto, sexo, morbo y, sobre todo,
mucho drama, conservando el ideal de belleza en la mayoría de sus
participantes.
Es tan hipócrita la doble moral que tenemos en
este país, que pese a las constantes críticas que bombardean los realities,
hasta señalar que todo es una farsa, preferimos ver situaciones como la de
Oscar, el participante más polémico, bailando absurdamente en la casa estudio,
pero no permanecemos más de cinco minutos viendo una alocución del presidente
Santos sobre la reforma a la justicia.
Los realities show son el plato fuerte de los
hogares colombianos. Mientras una ama de casa apresura la cena para después
sentarse en la mecedora y ver cómo Martín del Desafío se daba puños con Daniel,
todos en el hogar defienden a su participante favorito entre gritos y
algarabía.
Si la televisión es el reflejo de nuestra
sociedad, qué podemos esperar de un país donde saber quién se acostó con quién
ayer en Protagonistas, es más importante que la finalización del paro agrario.
Ahora bien, como decía Maquiavelo, “al pueblo, pan y circo”.
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