Por: Natalia Ricardo, Melissa Guerra, Carlos Cantillo, Noé Meriño.
“Las películas a la orden”; “los cuadros, mami”; “las gafas baraticas”; “minutos, recargas a todos los operadores”; “tenemos veneno pa’ la cucaracha, ratón…”;“camisillas a dos mil”; “la pulserita, la mochila, a la orden”; “limonada, limonada”. ¿Qué busca?... a la orden, a la orden, a la orden, a la orden.
“Las películas a la orden”; “los cuadros, mami”; “las gafas baraticas”; “minutos, recargas a todos los operadores”; “tenemos veneno pa’ la cucaracha, ratón…”;“camisillas a dos mil”; “la pulserita, la mochila, a la orden”; “limonada, limonada”. ¿Qué busca?... a la orden, a la orden, a la orden, a la orden.
Diariamente, las personas que transitan por las calles de Barranquilla, escuchan el sin fin de estas frases repetitivas que lo incitan a comprar u observar distintas mercancías, pero muchos no saben la historia detrás de estos locutores callejeros.
Desde hace 22 años, la cadena de almacenes Olímpica ubicó uno de sus almacenes Sao en la calle 93 con carrera 46, y, desde ese momento, infinidad de rebuscadores se instalaron a las afueras de este lugar.
En un principio, fueron 50 los barranquilleros que se dedicaron a rebuscar su sustento en las afueras de este almacén, teniendo problemas con las autoridades policiacas, quienes los desalojaban de sus puestos momentáneos de trabajo, llevándolos hacia el CAI más cercano, el del parque Venezuela, con la excusa de resolver el problema del espacio público, pues ellos eran invasores de este. Sin embargo, esto no resolvía tal problemática, pues los vendedores ambulantes regresaban tiempo después de recuperar su libertad, pero con la desilusión de haber perdido su mercancía, pues esta era decomisada. Ahora les tocaba rebuscarse para pagar una multa y recuperar el único material con que podían trabajar.
Actualmente, de esos 50 vendedores que iniciaron en Sao de la 93, quedan 10, entre esos Luis Alberto Marín. Al pasar del tiempo, la Alcaldía les otorgó un permiso para laborar en este sector, siempre y cuando no obstruyan el espacio para el peatón. Día a día, estos vendedores llegan a su pedazo de corredor, de 8:00 am a 10:00 am, desde barrios como Santo Domingo de Guzmán y Ferrocarril de Soledad, hasta las 6:30 pm cuando empiezan a recoger sus productos.
El centro: ojo del huracán en la invasión de espacio público
Remontándonos a estos días, el centro es un sector invadido por las ventas ambulantes. El pasado martes 14 de mayo, los vendedores ambulantes fueron desalojados de la calle 30, por lo que se presentaron protestas y revueltas por parte de los afectados vendedores. Esta solución estaba convirtiéndose en un problema de movilidad, pues la ciudadanía se quejaba de los problemas para transitar por este sector.
El problema, en estos momentos, es causado debido a la no inscripción de varios vendedores en los censos oficiales, por lo que la Secretaría Distrital de Control Urbano y Espacio Público, ha requerido el desalojo de estos rebuscadores. La mayoría son personas que deben mantener un gran número de cabezas en su familia y ven esta posibilidad como una única forma de trabajo en medio de estos altos niveles de desempleo. Más de 500 familias fueron afectadas por el desalojamiento en la 30.
En los distintos sectores donde se ubican vendedores ambulantes, se ha permitido el espacio para ciertas personas. Esto con el fin de ofrecerle empleo a la población que se dedica a esta labor; sin embargo, esto se le ha salido de las manos a las entidades encargadas, pues deberían estar repartidos los locales para favorecer a varias familias, y en casos como en el Romelio Martínez, se encuentran distintos locales ocupados por miembros de una misma familia.
Hace 11 años, Luis Cárdenas vende gafas y artesanías a las afueras del Romelio Martínez, manteniendo a 6 hijos. Este rebuscador recibe el apoyo de su familia, quienes lo ayudan a atender el local. Además, algunos de sus hijos tienen un puesto de venta de artesanías en el mismo sector.
La Alcaldía toma cartas sobre el asunto
La ciudad de Barranquilla viene adelantando programas de reubicación para los vendedores ambulantes que hacen uso del espacio público, para realizar sus actividades comerciales. Alejandra Hernández, jefe de comunicación y prensa de la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público del distrito, dice “en estos momentos, estamos trabajando en la reubicación del centro histórico de Barranquilla, la meta es reubicar 4.000 vendedores estacionarios de los 9.160, según la verificación del centro”.
Barranquilla es una de las ciudades con menos empleos informales en el país, según el DANE, aunque se conoce que en la ciudad existen unos 1.124 vendedores ambulantes. Esta cifra indica que Barranquilla ocupa el puesto número 10 de ciudades con menos empleos informales y aun así, tiene un gran número de rebuscadores.
Actualmente, la Alcaldía adelanta procesos para lograr la reubicación de los vendedores de la plaza de San Nicolás, los cuales serán ubicados en el predio Casa Vargas, y en el parqueadero móvil, el cual está en proceso de licitación. En el parqueadero móvil serán ubicados alrededor de 500 vendedores.
No todos los vendedores ambulantes cuentan con los requisitos necesarios para lograr su reubicación. El primer requisito que exigen las autoridades es que el vendedor tenga confianza legítima; es decir, que el vendedor demuestre que lleva varios años trabajando en ese espacio público, sin que la administración haya realizado alguna gestión en solucionar esta situación; otro requisito es comprobar que el vendedor y su familia se sostienen únicamente a través de ese trabajo.
¿De quién es el problema?
El rebusque se ha convertido, para algunos barranquilleros, en un estilo de vida.
En todo el país, las personas son atraídas por un puesto de ventas callejeras. Mientras unos caminan o transitan en carros, no pueden evitar voltear la mirada hacia el puesto de ventas. Inevitable, aceptar que todo lo que una persona necesita y en ocasiones no necesita, pero se antoja, lo puede encontrar en estos sectores estratégicos de ventas ambulantes. Las películas, los accesorios para el celular, las frutas, los accesorios femeninos, las mochilas, los cuadros, entre otros. Los compradores han estimulado la existencia de estas ventas, evitando que estos negocios se acaben, “las ventas ambulantes, me gustan, porque consigo cosas baratas sin tener que ir hasta el centro”, dice Tatiana Luna.
La Secretaría de Control Urbano y Espacio Público realizan citas pedagógicas a los vendedores ambulantes, informándoles que no pueden hacer uso del espacio público para laborar en él, le hacen llamados de atención, y les piden desalojar el lugar; si la persona hace caso omiso al llamado durante el plazo, se le decomisa su puesto de ventas. Hay veces que, al darle el permiso al vendedor ambulante, pasa un tiempo determinado, y este ya no vende los mismos productos, con el que se le había concedido el permiso, sino que ejerce otra actividad, violando el acuerdo que se había dado, lo que le ocasiona un problema al rebuscador.
Aún con los bajos niveles de desempleo en Barranquilla, muchos ciudadanos se ven en la necesidad de rebuscar cualquier dinero para el sustento de su familia. Son cantidades de personas las que se ven afectadas con las medidas en contra de estos vendedores. Y en muchas ocasiones, los vendedores quedan a la espera de soluciones y el cumplimiento de promesas de reubicación, pues la falta de empleo les trae pobreza y hambre, y estas son las únicas medidas que tienen para salir adelante, esto complica su estado, mientras esperan otro tipo de empleabilidad ofrecida por la Alcaldía.
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