Por David Fernando Nieto – Omar Jiménez Pacheco.
Era sábado por la tarde, el día estaba un poco soleado, aunque debo
advertir que en el firmamento se asomaban un par de nubes de matiz gris, pensé
que podría llover, pero no era posible, ya sé avecinaba la época decembrina y
con ella sus fuertes brisas, las mismas que hicieron que prontamente estas
nubes se alejaran. Acordamos reunirnos en su casa, en su entorno, más
claramente en su zona de confort, siendo esta la opción correcta para que se
diera una entrevista mucho más amena.
David Fernando Nieto, hermano de nuestra entrevistada, llegó mucho antes
que yo a la reunión. Al llegar a su casa noté la tranquilidad de la zona, pero
a su vez se volvía un lugar muy transitado, ya que su residencia se encuentra
ubicada al frente de un parque; estos sitios son muy concurridos por jóvenes,
niños y sus padres, o personas que sacan sus mascotas a pasear o que hacen
ejercicios.
Fueron los perros quienes me recibieron al tocar el timbre, advirtiendo
le a todo el vecindario que a su casa llagaba un extraño. A lo lejos escuché: ya llegó. Ambos salieron a recibirme,
sonriente y asombrado David expresó: llegaste
derechito, a lo que contesté: en el
ejercito me llamaban la brújula andante. Y, entre el escándalo que hacían
los perros (propio de la rasa chiguagua-pincher) David me presentó a su hermana
Karen, en su cara noté la tranquilidad de una mujer que ha conseguido sus
propósitos. Entré a su casa, nos ubicamos en la sala de estar muy acogedora, ya
la sola decoración nos avisaba la proximidad de las festividades: desde el
tapete, el forro de las cillas del comedor, las guirnaldas, hasta el llamativo
árbol de navidad. En la pared izquierda un
televisor, diagonal a este una mesa de comedor y frente a ella, del mismo lado
donde se encuentra el televisor, la cocina, en la pequeña mesa del juego de
muebles que estaba frente a nosotros se encontraba una foto de su hogar, de lo
que ella consideraría su motor para seguir cada día. Mientras conversábamos, al
frente de nosotros estaba ella, Karen, una mujer apasionada por el fútbol, lo
juega cada vez que puede, madre de dos niños, actualmente su ocupación es ser ama
de casa, estar al pendiente de sus hijos; y otra de sus pasiones es viajar, y
lo hace regularmente.
Su aspecto es de una mujer de una estatura pequeña aproximadamente de
1.55 a 1.60, de pecas en su rostro, de tez blanca, pelo liso y negro, piernas gruesas
por el deporte. Ese día estaba vestida acorde a la entrevista, vestía un jean
azul y un suéter blanco tipo polo y su cabello recogido. Se notaba relajada, en
su rostro no se mostraban rasgos de incomodidad por nuestra presencia o porque
le estábamos realizando la entrevista.
A tono de testimonio, Karen nos contó a David y a mí que: a pesar de las
dificultades propias de los niños con hogar de un solo padre, ella fue criada
por su madre, ya que su padre nunca convivio con ella; su infancia fue en
términos generales la de cualquier chica a esa edad, inquieta, con problemas de
indisciplina escolar, en resumen, algo rebelde.
Más tarde cuando terminó sus estudios universitarios en Derecho, fue
poco lo que ejerció esta profesión, la falta de oportunidades y la
desmotivación que esto le causaban la llevó a buscar otros campos de labor.
Sintió una leve atracción por la culinaria, la misma que fue aumentando con el
paso del tiempo y hasta ahora ha sido la actividad que ha ejercido contrario de
su profesión. “Después de terminar los
estudios de Derecho, hice un curso de culinaria en un centro de estudios
técnicos especializado en esta rama, lo cual me permitió montar un negocio de
comida, el que mantuve por algún tiempo”.
En ese momento, bajó de la habitación Alejandra, la hija menor de Karen,
una niña de unos 10 años muy parecida físicamente a su madre y demasiado vivaz
y despierta para su edad. “La verdad, los niños demanda mucha dedicación y
tiempo por lo que decidí retirarme del negocio, a pesar de que no me iba nada
mal. Walter Samuel y Alejandra son las personas más importantes para mí en
estos momentos y junto con Walter, mi esposo, absorbe gran parte de mi tiempo.
El poco tiempo libre que me queda después de atender las labores de la casa,
llevar los niños al colegio y ayudarlos en sus deberes escolares; lo dedico a
practicar mi deporte favorito el fútbol, soy defensa y hago parte de un equipo
que compite a nivel aficionado. Como buena aficionada al fútbol, soy hincha del
equipo Junior y de la Selección Colombia, nunca me pierdo ningún partido de
estos dos equipos”.
Karen se refiere a su esposo, indicando que es Ingeniero de Sistemas, labora
en una entidad financiera, es muy comprensivo y excelente padre, mantenemos una
linda relación como pareja, “somos
compinches y compartimos la afición por el futbol”, mencionó.
Antes de iniciar la charla, Karen había ordenado servir refrescos y
galletas, los cuales llegaron en ese momento, mientras los disfrutamos, indagué
sobre sus padres y hermanos: “mi madre es
abogada, tal vez por eso me incliné a estudiar Derecho; ella es mi gran ejemplo
y quien siempre ha estado a mi lado apoyándome, incluso hoy día aún vive
conmigo, ella es pensionada. Mi padre tiene otra relación, nunca tuve mucho
contacto con él, tal vez en los últimos años es que más nos hemos relacionado y,
sin ser muy cercanos mantenemos una buena relación de padre e hija. Hermanos
tengo varios, exactamente cinco, todos hijos de mi padre, con ellos mantengo
una buena relación a pesar de no haber convivido, compartido, ni vivido juntos”.
Ya finalizando la entrevista, nos dijo que el tiempo debía reducirse, ya
que a la seis tenía un partido que le confirmaron a última hora. “Este partido salió a último momento, el
equipo no estaba completo y quizás no entraríamos a jugar. Este partido es de
un campeonato corto, al que se inscribió el equipo en el que juego, solo se
juega en dos días, comienza hoy sábado y termina el lunes en la tarde. Hoy
deben de quedar mínimo cuatro equipos que jugaran el domingo nuevamente y de
ellos solo dos llegaran a la final que se disputara el lunes a eso de las
cuatro de la tarde.”
Entrando a eso de las 5:30 de la tarde, veíamos que debíamos culminar,
el tiempo se había agotado. Le dijimos que para terminar como se definía ella
como persona: “me defino como una persona muy puntual, me dicen una hora y estoy
allí a la hora exacta, es más, a veces llego quince minutos antes de lo
programado; considero que soy muy respetuosa con las personas, siempre tendré
claro que a las personas mayores se le debe respeto y se le debe escuchar,
también tengo un carácter fuerte, algo explosivo y creo que eso lo heredé”.
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