Por: Luis Madrid y Adolfo Charris.

Me preguntó que si quería algo de tomar, un vaso con agua, una gaseosa o que si
me provocaba un vaso con jugo de lulo. Amablemente le respondí: el vaso de jugo
está perfecto, este se dirigió a su cocina y lo trajo hasta rebozar y me
preguntó que para qué era la entrevista, le comenté que era un trabajo de la
universidad y que debía ser a alguien influyente. Noté en su mirada entusiasmo cuando
le comenté lo anterior y me dijo: “bueno, preguntarme lo que desees saber que,
si sé la respuesta, te responderé”.
Este es Cyrillus Swinne,
un sacerdote holandés que hace parte a la comunidad de los padres Camilos,
estos se dedican a atender particularmente a enfermos, cuya comunidad religiosa
tiene, aproximadamente, más de 500 años de ser fundada. El padre Cirilo, como
es llamado popularmente, llegó a la ciudad de Barranquilla hace 30 años más o
menos; de inmediato, se sintió atraído por la ciudad, gracias a la calidad
humana que encontró en lo habitantes de esta.
El padre Cirilo, al
momento de llegar a la ciudad, se dio cuenta que esta tenía mucho para
trabajar, específicamente en ayudar a las personas menos favorecidas por la
vida y más vulnerables como lo eran las personas del barrio La Paz.

El padre Cirilo nos contó
que todo esto fue luchado, que nada fue gratis y pone a Dios delante todo esto,
ya que como cura tiene la fe que, sin Dios, nada de esto hubiera sido posible,
dice que la comunidad del barrio La Paz es bendecida por la misericordia de
Dios y que este es quien ha construido todo lo que le pudo ofrecer a las
personas del barrio.
Este buen samaritano de
tierras lejanas y de continente distante quiere seguir trabajando por la
comunidad, quiere seguir aportando a esta para que crezca y siga su proceso de
desarrollo.
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