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martes, 3 de diciembre de 2013

EL GRAN POETA NACIONAL JULIO FLOREZ SOÑÓ CON SER UN GIGANTE UN DÍA

Por Dilmara Rodríguez y Édgar Larios

Introducción

El departamento del Atlántico es uno de los que goza de mayor vistosidad en toda Colombia: por su gente, por su ubicación geográfica, riqueza cultural y gastronómica, entre otros atractivos. Cada uno de los municipios que están bajo su jurisdicción, junto a Barranquilla, su capital, contribuyen al reconocimiento del que este goza.

Usiacurí es uno de esos municipios que con facilidad atrae la atención de cualquiera. Las zonas verdes, los misteriosos pozos de aguas medicinales, y principalmente, la calidad humana de sus habitantes, fueron algunas de las razones por las que el poeta Julio Flórez, decidió disfrutar sus últimos años de vida en este encantador lugar.

Usiacurí, paraíso terrenal

Este hermoso Municipio fue descubierto en 1533, siendo así uno de los pueblos más antiguos del Atlántico. Antiguamente, en esta misma zona era un resguardo indígena, el más importante de la Costa Norte. En 1745 fue declarado oficialmente corregimiento por el gobierno de Cartagena de Indias y, posteriormente, fue elevado a la categoría de municipio el 23 de octubre de 1856.


Cuando le dieron el nombre de Usiacuri, lo hicieron formando dos términos, Usía que significa señoría y Curí, que era el nombre del cacique que habitó el lugar en sus inicios. Sus pozos de aguas medicinales fueron los que  le dieron gran reconocimiento nacional e internacional a este municipio, que atrajo a cientos de turistas que querían ser sanados con solo beber de estas aguas.

Usiacuri atrajo la atención no solo de turistas, sino también la del gran poeta Boyacense Julio Flórez, quien vivió en una casa finca, que hoy día es la Casa Museo Julio Flórez, convirtiéndose en uno de los mayores atractivos del lugar. El museo conserva todas las pertenencias del poeta. Las artesanías típicas de la población, elaboradas en palma de iraca, también se convierten en gran atractivo del municipio.



Casa Museo Julio Flórez

La casa museo nace por la iniciativa y gestión de la Fundación COPROUS, (corporación por el progreso de Usiacuri) entidad custodia del inmueble desde el año 2001, quien ha logrado todo el proceso de restauración de este gran lugar simbólico. En el año 2002 fue elevada a la categoría de Patrimonio Cultural del departamento del Atlántico y en febrero del 2007 fue restaurada y es elevada al grado de Monumento Nacional por medio de la ley de la República.

“Ubicada en el municipio de Usiacurí, de arquitectura vernácula, construida a finales del siglo XIX. Fue adquirida por el poeta Julio Flórez mediante compra hecha al señor Guillermo C. Sánchez el 11 de abril de 1910. Esta casa fue habitada por el poeta por más de 13 años, considerados los mejores de su vida, al lado de su esposa Petrona Moreno y de sus cinco hijos Lira, Divina, León Julio, Cielo y Hugo”, tomado de la página web de la Casa Museo Julio Flórez.

La casa museo quiere lograr mantener viva la memoria del gran poeta colombiano, a través de la conservación de sus pertenecías y exhibición al público de manera educativa a todos sus visitantes, aportando así desarrollo al desarrollo cultural de la comunidad Usiacureña.

En la casa Museo Julio Flórez, podemos encontrar desde las fotografías familiares, muebles, poemas inéditos, hasta la habitación donde reposan sus restos y los de su esposa.

El poeta que “soñó ser gigante un día”

Si bien Usiacurí es un lugar atractivo por múltiples razones, el hecho de que Julio Flórez decidiera vivir en este municipio, aumentó su popularidad. Y es que hablar de Flórez, es hablar de un destacado hombre de las letras, de la poesía hispana, quien empezó en el mundo de la literatura a la edad de 7 años, sin llegar a imaginar lo grande que sería, tal como lo describe en su poema Ego Sum:

Ego Sum

Es esta la imagen fría
De un poeta extravagante,
Que sin fuerzas de gigante
Soñó ser gigante un día;
Pero que tras lucha impía
Mustio y rendido cayó,
Pues apenas consiguió
Avivar más su deseo,
Y ser tan solo un pigmeo
Que aún sueña en lo que soñó.

Julio Flórez nace el 22 de mayo de 1867 en la ciudad de Chiquinquirá (Boyacá) y murió a la edad de 56 años, el 7 de Febrero de 1923, de un cáncer en la glándula parótida del oído izquierdo, producto de una muela dañada, es enterrado el mismo día en el cementerio de Usiacurí y, después de cinco años, se exhuman sus restos y son trasladados a la casa.

El poeta vivió sus últimos 13 años en Usiacurí, donde llegó a la edad de 43, lo que lo trae hasta estos lados porque padecía de un problema gástrico de dispepsia, y Usiacurí era reconocido por sus aguas medicinales. Venía de una gira poética, y cuando llega al Puerto de Barranquilla se contacta con un médico barranquillero, quien le habla sobre las aguas de este hermoso municipio.

Llega en 1908, se hospeda en un hotel llamado Granada. En 1910 decide radicarse debido a la naturaleza y a la paz que le brindaba el municipio de Usiacurí. Compró una casa finca de 200 hectáreas, hecha en bahareque, que remodeló en 1914.

“Ubicada en el municipio de Usiacurí, de arquitectura vernácula, construida a finales del siglo XIX, fue adquirida por el poeta Julio Flórez mediante compra hecha al señor Guillermo C. Sánchez el 11 de abril de 1910. Esta casa fue habitada por el poeta por más de 13 años, considerados los mejores de su vida, al lado de su esposa Petrona Moreno y de sus cinco hijos Lira, Divina, León Julio, Cielo y Hugo” (página web de Casa Museo Julio Flórez)

El poeta fue el fundador de la Gruta Simbólica, que se trató de una tertulia en la que grandes escritores colombianos se reunían para hablar de la literatura. Entre todos sus poemas, el más importante fue: Mis flores negras



MIS FLORES NEGRAS
Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
en el fondo de esta alma que ya no alegras,
entre polvo de sueños y de ilusiones
brotan entumecidas mis flores negras.

Ellas son mis dolores, capullos hechos
los intensos dolores que en mis entrañas
sepultan sus raíces cual los helechos,
en las húmedas grietas de las montañas.

Ellas son tus desdenes y tus rigores;
son tus pérfidas frases y tus desvíos;
son tus besos vibrantes y abrasadores
en pétalos tornados, negros y fríos.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas
en que presa en mis brazos te adormecías,
mientras yo suspiraba por las auroras
de tus ojos... auroras que no eran mías.

Ellas son mis gemidos y mis reproches
ocultos en esta alma que ya no alegras;
son por eso tan negras como las noches
de los gélidos polos... mis flores negras.

Guarda, pues, este triste, débil manojo
que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
guárdalo; nada temas: es un despojo
del jardín de mis hondas melancolías.

Julio Flórez era llamado el cantautor de la muerte, ya que en ella se inspiraba, tal y como lo hizo después de varias tragedias familiares, como el suicidio de su mejor amigo, la muerte de su padre y  la de su hermano. Además, este poema “Mis flores negras” fue interpretado musicalmente por Garzón y Collazos, Carlos Gardel y Ana Gabriel.

El 14 de enero de 1923, veintitrés días antes de morir,  es coronado Poeta Nacional. “Julio Flórez recibió la coronación como Poeta Nacional, reconocimiento que le hace el presidente de la República Dr. Pedro Nel Ospina por su invaluable aporte a las letras nacionales”. (Casa Museo Julio Flórez)

Su último poema lo escribió estando ya muy enfermo, llamado “En la agonía”, unos días antes de morir

EN LA AGONÍA
No, retira esa droga, que no luche
por más tiempo del doctor... ¡Es muy tenaz!
Ven, que el latido de tu pecho escuche.
¡Ven, acércate más!
Dime, ¿quieres curarme? ¿Sí? Pues eso
fácil es y un remedio hay eficaz:
¡pon tu boca en mi boca y dame un beso
 que no acabe jamás!
Un amor inmortal

En 1910 fue invitado a la clausura del colegio municipal y fue allí donde se enamoró de una joven de 15 años, llamada Petrona Moreno, con la que se casó y conformó una familia de cinco hijos, Lira, Divina, León Julio, Cielo y Hugo.

A su esposa le escribió un poema llamado “Amor inmortal”

AMOR INMORTAL
Dile al enterrador, que, cuando mueras,
sepulte tu cadáver junto al mío:
¡quiero ver tus pupilas hechiceras
resplandecer en mi sepulcro frío!
Porque si he de mirar desde la dura
piedra, en que al fin mi helada sien recline,
esos luceros de mirada pura,
que no acabe jamás mi noche obscura,
que mi noche de muerto no termine.

Dile al enterrador, que entre mis manos,
tus manos ponga de alabastro y rosa:
¡que yo las salvaré de los gusanos
que quieran devorarlas en mi fosa!
Y dile... dile que se marche luego...
Y dile... dile que nos deje solos...
¡que allí tendré para adorarte, el fuego
que derrite la nieve de los polos!

En este poema da a conocer su deseo de que a su esposa cuando muera, sea enterrada junto a él. Cuando Julio Flórez muere,  su esposa e hijos vivieron 11 años más en la casa,  y luego se mudaron a Barranquilla. Su hijo Hugo Flórez fue un importante y reconocido ginecólogo de la ciudad y fue Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad del Norte, mientras que León Julio, fue abogado y juez de la Republicada. Sus tres hijas se dedicaron a la docencia en el colegio para señoritas de Barranquilla.

Su esposa Petrona muere 31 años después, a la edad de 59 años, por un cáncer en el útero, y sus restos son enterrados con los de su esposo, así como él lo pidió en su poema.


La casa queda a cargo de una de las sobrinas de Petrona Moreno, llamada María Camargo, quien vivió en la casa 65 años y por motivos de salud se mudó a Baranoa,  junto a su hija, dejando la casa en abandono. Y es cuando la toma la fundación COPROUS  y comienza el proceso de restauración, hasta ser convertida en lo que hoy es “Casa Museo Julio Flórez”. Y son sus hijos Lira y Hugo quienes dieron la autorización para que la casa del Poeta se convirtiera en museo.

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