por: Laura Villa y Maria Robles
El día está nublado, un claro indicio de que se acerca la
lluvia. Las calles empiezan a despejarse y todo aquel que está fuera de su
casa, comienza a buscar el calor del hogar. Era medio día y Denis José Villa
Bernal estaba en su hogar, almorzando. Llegamos y rápidamente nos recibió con
una sonrisa y un, “adelante, ¿cómo le fue hoy?”. Nos acomodamos en la sala de
estar, la cual estaba distribuida de manera ordenada y donde había pinturas que
mostraban el arte Caribe. Desde que llegamos, pudimos sentir un ambiente
hogareño, donde predominaba el buen gusto.
José Villa, como le gusta ser llamado, es un
barranquillero de nacimiento, sangre y corazón. Creció en una familia numerosa
y unida. Desde muy joven empezó a trabajar y a llevar lo poco que ganaba para
la sostenibilidad de su hogar. Siendo el menor de 7 hermanos, era el consentido
de su madre, Elvia Bernal, pero ser el pechichón no lo salvó de la difícil situación
de ir a trabajar junto a sus demás hermanos. Este hombre es el claro ejemplo de
que el esfuerzo trae recompensas y de que el día se vive mejor si lo afrontas
con una buena actitud.
Es comerciante y vendedor de autos. Una carrera que le ha
aportado muchos beneficios a su vida monetaria, “pienso que esto de vender y
comprar carros es un trabajo constante y pesado. Así como puedes tener la
suerte de vender un carro en un mes, también no puedes vender ni uno en dos
meses. A pesar de las desventajas, cuando vendemos carros nos va muy bien”. Su
apariencia es el resultado de las carencias que tuvo que sufrir de pequeño y
que ahora en día, trata de dejar atrás. De tez blanca, ojos grises con pequeñas
motas marrones y su altura promedio, Villa Bernal sabe cómo llegar a la gente y
cómo manejar los diferentes ámbitos de su vida.
Este comerciante tiene un presente cautivador y un futuro
guiado por la mano de Dios. Una persona que se encuentra en su mejor etapa y un
creyente con una fe inagotable. Desde
hace 10 años, todo lo deja en las manos del Señor, entrega lo mejor de sí cada
día, se levanta, agradece por todo lo que tiene, comparte con su familia y se
entrega a un nuevo día con un optimismo irreal e infatigable.
Cuando vemos un rostro como el suyo, automáticamente
sabemos que su vida no ha sido fácil. En el contorno de su rostro vemos el
trabajo duro y constante que tuvo que realizar. En la callosidad de sus manos
notamos la dimensión de esos trabajos. En sus ojos percibimos el saber de una
persona que ha pasado por la escasez más preocupante y se le percibe en la
sonrisa, la felicidad que ahora carga.
El camino que ha recorrido José Villa Bernal, nunca ha
sido fácil. Ingresó al ejército en 1984 hasta el 1986, “en esa época los
encargados de reclutar, bajaban a los jóvenes de los buses y se lo llevaban. En
ese entonces, yo tenía un problema de testículos y aproveche que
‘supuestamente’ te beneficiaban en la salud por estar allí. Cuando los médicos
del ejército me revisaron, no me encontraron ningún problema de salud. Yo era
apto para estar en el batallón y me reclutaron. Por un error médico, llegué a
las fuerzas militares”. Él se sintió satisfecho después de salir y cumplir el
servicio militar con Colombia. Siente que se encontró consigo mismo y superó su
miedo a las cosas desconocidas.
En los últimos años, ha desarrollado una especie de
costumbre con su familia, “en todo el año reunimos la mayor cantidad de dinero
que podamos. Cuando llega diciembre contamos, cotizamos y nos alistamos para
viajar, ya sea a un viaje internacional o nacional. Pienso que me lo merezco,
yo y mi familia, trabajar continuamente me permite hacer estas travesuras y
estoy agradecido por eso”.
Algo que José siempre recuerda y recordará era lo sufrido
y pechichón que era, “mis hermanos y yo peleábamos; luego, me tranquilizaba y,
después, cuando llegaba mi mamá, me ponía a llorar para que los regañaran”.
Aunque ahora no se siente orgulloso de esto, lo recuerda con mucho cariño.
“mamá fue mi mayor impulso para salir adelante. Mis hermanos y yo siempre le
prometíamos darle lo mejor y se lo cumplimos. Me siento dichoso por esto”. A
pesar de las emboscadas que le hacía a sus hermanos y lo que estos aguantaban,
crecieron en un ambiente de hermandad y protección. Cada uno salió adelante y
tiene su propio negocio. Detrás de mucho trabajo, esfuerzo, batallas y
victorias, José Villa nos quiere dar un mensaje de esperanza y de que, “no
importa cuánto te estas esforzando o sufriendo en este momento, más adelante,
verás la recompensa de tu resistencia. Aférrate a Dios”.
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