Una buena madre dedicada a su familia

Por: Valeria Solano y Gissell Ramos

La entrevista fue breve. Cuando llegamos a su vivienda, Sara Duarte, muy ocupada con los deberes de su casa y ayudando a su hijo menor hacer sus deberes escolares, nos abrió las puertas de su agradable hogar sonriendo. “Bienvenidas, siéntense”, dijo la alegre mujer.

Nosotras, estudiantes de comunicación social, le explicamos  que queríamos hacerle una entrevista. En  medio de su afán por ayudar a su hijo con sus tareas, nos respondió con cara de apresurada “Bueno se apuran porque tengo que ayudar al niño con las tareas”.

Eran las siete y media de la noche, en la cuidad de Barranquilla , con un agradable clima, con unas típicas brisas decembrinas. Sara dejó a su hijo hacer su tarea solo, mientras nos regalaba un poco de su valioso tiempo, en su cómoda y agradable sala, adornada con unos muebles relucientes, que inspiraban confianza y serenidad, igual que todos los objetos que hacían parte de su hermosa vivienda.

Mujer Luchadora

Sara Duarte contó que nació en Aracataca, Magdalena, en el año 1975. Mujer emprendedora, luchadora, y siempre en busca de sus sueños, con el apoyo de sus padres, a la edad de los 12 años, se fue a la Puerta de oro. “Me fui buscando mejores oportunidades de estudio”. Su hijo interrumpió la entrevista, preguntándole por unos materiales que necesitaba para la escuela.

Madre emprendedora y entregada

Sara Duarte se convirtió en una mujer con muchas experiencias. Ella, mujer, madre, esposa, amiga y compañera, guardiana de los valores morales y espirituales, responsable de educar a sus hijos, cada día poniéndole empeño a su rol de madre y esposa, logró culminar sus estudios universitarios a los 27 años de edad, con su primera hija, de la mano de su esposo y familia, que siempre le brindaron su apoyo. Sus esfuerzos, por fin, dieron frutos, y empezó a trabajar apenas salió de la universidad, ejerciendo su carrera.

La entrevista cada vez se hacía más extensa, y ya nosotras pensábamos en que ella necesitaba el tiempo para seguir atendiendo su hogar, pero no quisimos detenerla, ya que la vimos tan cómoda hablando de su vida. “He sido tan responsable y honesta, que cuando busco trabajo, gracias a Dios, siempre me sale, pero me siento muy feliz de hacer parte de la crianza de mis hijos, y de estar al lado de mi esposo”.

Tiene dos hijos, su hija mayor, es universitaria, y su hijo menor, cursa secundaria. Ellos la ayudan, a veces, en el hogar. “Ellos saben que todos mis esfuerzos, son para que sean felices y buenas personas”. Pasaron las horas y ya era muy tarde. Nos ofreció un vaso de gaseosa. “Bueno, niñas, creo que ya es suficiente, debo seguir estudiando con el niño, que después no quiere dormirse, y mañana tiene que madrugar”, dice, mientras ya se le nota en su rostro atractivo, un poco de cansancio. Sí, , hay que prestarle atención a los niños, en eso está ser una buena madre.