“LILY’S MAKEUP”: UN DIÁLOGO CON EL MAQUILLAJE

Por Reychel Henao

Lilia Zambrano, es una joven estudiante de derecho, que descubrió su talento como maquilladora desde muy pequeña. Lilia se ha convertido en un fenómeno entre las jóvenes de la ciudad: cada fin de semana, son decenas las que llegan a su estudio a transformarse. Llego a la puerta de la casa de Lily a la hora que fijamos. Me recibe con una amplia sonrisa, me invita a pasar. Mi primera impresión es que hay luces por todos lados, pocos adornos y muchos maquillajes.

Al entrar, me halaga por mi maquillaje (me esmeré mucho en hacerlo para conseguir esa reacción). Me hace pasar de inmediato a su habitación, que es como una especie de estudio de fotografía, pero con muchos maquillajes y productos para el cuidado de la piel.

Ella es muy segura de sí misma, a pesar de sus kilos de más. Me empieza a mostrar todo su arsenal de brochas y labiales, abriendo cada una de las gavetas que hay en su tocador. Se sienta en un banco frente a ese espejo gigante con luces de estilo hollywoodense, me invita a sentarme también; mientras yo acomodo mis papeles, ella comienza a aplicarse una especie de tónico o desmaquillador en todo el rostro y me dice “hoy te enseñaré a cuidar tu piel, mientras te maquillas.  “Yo, sorprendida, tomo el mismo producto y hago lo mismo que ella (sin importarme las horas que tardé maquillándome para impresionarla).

Mientras, le hago de esas preguntas que todas las mujeres nos hacemos.

- ¿Verdad que no es necesario limpiar la piel si ese día no te maquillas?

“Totalmente falso, aunque no nos maquillemos, la piel acumula impurezas, por la polución y muchos factores más”. Me explica todo con tanto recelo, saca una crema hidratante, explicándome que luego de lavar mi rostro, tengo que aplicarla para cuidarlo. Al escuchar sus recomendaciones sobre el uso de cremas, le pregunto:

-¿Es verdad que la piel grasa lo necesita crema hidratante?

“Falso, la grasa no hidrata, por el contrario: si la piel no se hidratada correctamente, producirá más grasa”. Sentada en su banco, me entrega un pincel y me dice “ven, te vas a maquillar igual a mí hoy.” Yo, en shock, porque ella es una eminencia y yo a duras penas sé mezclar los colores.

De mi lado del tocador (es súper grande) hay muchos maquillajes, no sé cuál tengo que usar primero, ni cuál elegir. Ella, al verme un poco perdida, suelta una carcajada y me dice “No te preocupes, solo es maquillaje. Si queda mal, se puede quitar.” Apenada, comienzo a seguirle en todo, aunque no es nada fácil, estaba hipnotizada. La manera en que tomó el pincel, difuminando en sus grandes y expresivos ojos cafés, haciendo movimientos circulares hasta que los colores se difuminen por completo, desde el arco de las cejas hasta las pestañas.

En un momento, ella se detiene para explicarme cómo tengo que aplicarme las sombras dependiendo la forma de mis ojos también, de cómo tenía que utilizar cada una de las brochas para lograr el maquillaje que me proponga.

Nunca imaginé que maquillar pudiera tener tanta ciencia. Antes de estar en ese lugar, creía que maquillarse era, simplemente, tapar imperfecciones y esconder lo que no te gustaba de tu rostro, pero es mucho más que eso, es simetría, precisión, dedicación y creatividad. 

En cada pincelada, se nota ella pasión que suscita de ella. Lo que más me interesa es que ella quiere que yo aprenda, me dice “tienes que aprovechar tu rostro, eres muy hermosa, tú piel es hermosa, destaca eso en ti.” Mientras vamos avanzando en el maquillaje, le preguntamos sobre su familia y su pareja (ya que siempre se le ha visto sola)

-“Mi perrita Kayla es mi familia y amiga.” Cortando rotundamente la pregunta que le hice. Por su forma de expresarse, noto que es una persona con muchos vacíos emocionales, alguien muy sensible, que fue marcada por algún suceso en el pasado.

Cualquier persona pensaría que Lily es alguien frío, sin sentimientos; pero lo que yo vi fue a alguien con más que simplemente interés laborales.

Cuando ya está todo casi listo para terminar mi maquillaje, ella se levanta de su banco y me repite “eres muy hermosa” se pone detrás de mí y, mientras me miro al espejo, me pregunta - “¿te gusta lo que ves?”

Me quedo mirando ese reflejo por más de un minuto mientras me pregunto ¿cómo no pude sentirme así antes? Le respondo: amo lo que veo; me viro y le doy un emotivo abrazo.

Nunca imaginé que algo tan “superficial” como el maquillaje, me llegase tanto al corazón. Definitivamente, no fue la herramienta, fue quien trasmitió el mensaje. Llegué a esa casa con las expectativas de conocer a una maquilladora muy reconocida y me  llevé la sorpresa encontrarme con un maravilloso ser humano, que transmite luz a quien le rodea.