A RITMO DE CONGAS, MARACAS Y CÁMARAS

Por Gabriela Peña y Javier Castro

Al llegar a las instalaciones de la emisora RCU, la secretaria del lugar atendía con prisa una llamada que tenía en el momento; luego de unos segundos,  colgó el teléfono, levantó la cabeza y, al darse de los personajes que tenía en frente,  echó una sonrisa de cortesía e inmediatamente expresó: “El señor Renzo se encuentra en el canal, pero no se demora”.  Menos de cinco minutos pasaron, cuando de un momento a otro, sin percatarnos, sonaron los goznes de la puerta principal y, con una voz melódica y estentórea apareció Renzo Rodríguez delante de nosotros, saludándonos con un  “jóvenes, buenos días”.  Con un estilo particular, al igual que los salseros de la vieja escuela e irradiando esa alegría y sabor propio del caribeño,  llevaba una camisa beige y un sombrero Fedora, que lo hacían diferenciar de todos los que estábamos presentes en ese momento.

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  Hagamos la entrevista en el canal – sugirió, en tono amable.

Nos ubicamos en el set principal del canal que en el momento se encontraba desocupado, “Disculpen el desorden, pero aquí podremos hacer la entrevista con tranquilidad”, dijo, en un tono leve. Nos colocamos al fondo del set, donde se encontraban unas sillas de oficina. Delante de nosotros, estaban las luces, cámaras y cables que evidenciaban el ajetreo que se había tenido en el lugar horas antes o el día anterior. 

Planteamos a Renzo Rodríguez hacer las fotos  de primero. “Bueno por mí no hay problema, como ustedes digan”, dijo, con cierto aire de frescura. Apartando una mesa y una escalera que se encontraba en el lugar, nos acomodamos en una de las esquinas del set, percatándonos de que no fuera a salir ningún objeto que arruinara nuestra fotografía.

Escuchar hablar a Renzo, es convencerse de que los sueños se pueden alcanzar, de que no hay nada imposible. Es la historia del colombiano de provincia, ese que abandona su terruño y, llega a la ciudad en busca de la gloria, de su éxito personal, un camino que por lo general es espinoso y doloroso. “Yo cuando estudié aquí, manejaba la buseta de la universidad, transportando a los deportistas y a los equipos por toda la región, ahora me acuerdo de eso y me río, pero en su momento fue duro”, expresó, con un aire de suspiro.

Nacido en Turbaco, un municipio colombiano ubicado al norte del departamento Bolívar. “Llegué a Barranquilla cuando tenía apenas 11 años de edad”, dice. Pasando por diferentes colegios de la ciudad, obtuvo su título de bachiller académico y, posteriormente, ingresa a la educación superior con la carrera de Producción de Radio y Televisión.

Supe que el fundador de la Universidad Autónoma del Caribe, el doctor Mario Ceballos Araujo fue partícipe en la creación del programa Los Bravos de la salsa “El doctor Mario Ceballos me aporto muchísimo, sobre todo el conocimiento de toda la música cubana, siempre que viaja me traía acetatos y videos”, dice, con cierto aire de orgullo. De un momento a otro, se escucha un ruido a la entrada del set, un grupo de hombres ingresa al lugar a recoger unos telones que se encontraban en el lugar y, casi de inmediato,  se excusaron por la interrupción. “Tranquilos, muchachos, no hay problema”, dijo Renzo.

A medida que pasa el tiempo, la tranquilidad que nos acompañó en un principio, empezaba a desaparecer,  la actividad en el canal iba tomando fuerza al pasar los minutos “No me ha tocado fácil, pero, es sabroso, porque a raíz de todo ese trabajo, he aprendido mucho, si me hubiera tocado fácil, de pronto no hubiera llegado”, comenta.

Luego de quince minutos de conversación, me empezó a rondar por la cabeza la idea de que no íbamos a poder terminar la entrevista, pues pensábamos que en cualquier momento iba a ingresar alguien por la puerta pidiéndonos que saliéramos, pero Renzo lucia bastante animado hablando sobre el futuro de la salsa en la ciudad “En el Caribe están surgiendo muchos músicos interesantes, sobretodo propuestas de grupos jóvenes”.

Nadie nos decía nada, pero sabíamos que nuestro tiempo se estaba acabando, así que decidimos ir cerrando mientras él, hablaba sobre una de las orquestas más importantes de salsa en Colombia “En Colombia no podemos desmeritar lo que hizo Fruko, por el pasaron los máximos representante de la música antillana”. El celular de Renzo suena, inmediatamente revisa  el número, suspende su discurso rechaza la llamada, y continúa con su oratoria “Yo espero que Los Bravos de la Salsa no desaparezca, sino que continúe por esa senda y,  a través de programas como este, los jóvenes aprendan valores culturales”.