Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el estado
colombiano han estado en conversaciones de paz desde hace más de 50 años. La iniciativa
la tuvo el gobierno del presidente Andrés Pastrana, donde se protagonizó el
famoso acto de la “silla vacía”, titulado así porque en el intento de terminar
con el conflicto armado, en 1998 en la región del Caguán, Manuel Marulanda
Vélez, jefe de las FRC, jamás llegó a la cita pactada.
Según la Revista Semana, "el famoso episodio de la silla vacía
fue un vaticinio de lo que vendría más adelante para el proceso de diálogo, un
desplante de las FARC al país". Y sí, hemos vivido de desplante en
desplante por parte de este grupo guerrillero, que, en defensa de su creencia
política y a fines de fortalecerse militar y financieramente, las FARC no se
han mostrado en víspera de una negociación.
Actualmente, la primera portada
de todos los medios y el tema de conversación en todos los pasillos siguen
siendo: “Diálogos de paz”. Por estos
días, la cita es en Cuba. Con el gobierno de Juan Manuel Santos, se busca
encontrar lo que tanto se ha venido buscando por todos y cada uno de los
colombianos. Santos se ha pronunciado al respecto con frases célebres de un
gobernador que confía en el proceso de paz y que, además, quiere vender una
imagen positiva del proceso. “No se
repetirán los errores del pasado” es una de esas declaraciones, que, sin
duda, repercuten en la memoria de muchos.
El ex vicepresidente Humberto de
la Calle es el vocero del proceso por parte del estado; por su parte, alias
Iván Márquez es el líder por la delegación de las FARC. Los puntos de
discusión radican en temas como la política del desarrollo agrario, la participación
política, el fin del conflicto, la solución al problema de las drogas ilícitas,
las víctimas. Temas que, como todo lo de este proceso, ha sido polémica y
motivo de crítica por parte de políticos, estudiados y personas del común.
¿Ésta vez será diferente? La
sumisión de las FARC es lo más criticado por los uribistas y personajes del
conservatismo político, justificándose
en que no es posible hablar de paz, sin el cese de accionar. Por su parte, los
liberales, el Partido Verde, el movimiento progresista, impulsa el proceso,
justificándose en que la única salida del conflicto armado no es la vía
militar, sino las concentraciones bilaterales. ¿Quién tendrá la razón? A groso
modo, ambos extremos tienen sus razones y justificaciones válidas, pero, a fin
de cuentas, lo que todos esperamos es una solución a la problemática a como dé
lugar.
La guerra, en medio de los
diálogos de paz, es una de las contradicciones que menos convence para creer en
el proceso. Los constantes desacuerdos entre ambas partes, han sido el papel
antagónico de esta novela que lleva varios tomos, y que, al parecer, terminará
como todo en este país, con un “Continuará…”
CINDY TORREGROSA Y YADIRA BUSTAMANNTE
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