El
abuso sexual a menores de edad en Colombia, lleva un aumento significativo en
los últimos años. Los niños que son
violados, en muchas ocasiones por sus propios familiares y amigos
cercanos, llevan un calvario en su
interior. Cuando un niño es abusado, posee traumas que prontamente son
reflejados en su etapa de adultez.
Camilo
Rodríguez es un hombre de 25 años que,
desde muy temprana edad, fue abusado por su tío, y, desde entonces, no ha
tenido una vida tranquila. Por más de tres años, esta figura familiar se
convirtió en su pesadilla, en las noches
al cerrar sus ojos, siempre se le venía el recuerdo de los gemidos de satisfacción
de su tío, al disfrutar de su cuerpo,
mientras él aborrecía sus quejidos y sudor mal olientes.
Rodríguez
jamás hizo público este hecho por miedo a que su tío atentara contra su vida,
ya que, en múltiples ocasiones, lo amenazó
de muerte. El abusador, al irse
del país, desató aquella amenaza y, por fin, Camilo decidió hablar sobre el
tema, el abusado afirma que: “el
repudio que se siente, al ser una
víctima de abuso sexual, es tan asqueroso, que mi vida es un asco desde que ese
infeliz puso sus manos sobre mí”.
Los
niños que son abusados emprenden un largo recorrido para recuperarse de ese
hecho tan atroz, pero, al llegar a la adultez, grandes secuelas quedan en su
personalidad. Camilo Rodríguez ha sentido que, a partir de ese momento, el
gusto por los hombres afloró sobre él y,
quizás, es un enfermo más. Dice que, en más
de una vez, ha intentado quitarse la vida porque no ha podido enfrentar sus
problemas desde entonces.
El
psicólogo Cesar Castillo, quien ha evidenciado muchos casos de abusos, afirma
que “cuando una persona es abusada en sus primeros años de vida, en su adultez
empieza a generar todo tipo de comportamientos o trastornos; dentro de ellos,
está la agresividad, la baja autoestima,
la represión y depresión, ya que se sienten utilizados como un objeto más. La
inseguridad puede afectar su vida laboral y el miedo a estar con una pareja, en
el momento de consumar un acto sexual”.
Los
familiares de las víctimas de abuso
sexual, en muchas ocasiones sufren un calvario de culpabilidad, por permitir el
acercamiento del abusador a sus hijos y porque, en muchas veces, no les dieron
la confianza suficiente para contar lo
que les estaba sucediendo.
Lina
Lara, madre de Camilo, pasa sus días en penas y angustia desde que se enteró
del terrible hecho. El violador sigue su vida feliz en España, mientras que su
hijo no ha podido superar lo sucedido, a pesar de todos los años que han
trascurrido. “Ya no sé qué hacer con mi hijo, no ha podido tener una vida
normal, no quiere salir de la casa, se ha intentado quitar la vida, y por más
ayuda psicológica que ha tenido, no ha encontrado la paz interior ni mental que
necesita”.
El
caso de Camilo es uno, entre miles que se da en este país. Estadísticamente,
según un estudio realizado por el ICBF, en octubre 2013 en Colombia se reportaron 453 casos de abuso
sexual contra menores de 14 años.
Medicina
Legal afirma que el año pasado este organismo colombiano informó que 11.333
menores de edad fueron víctimas de delito sexual y 17.628 en el año 2011.
Para el 2013, si bien las cifras son menores, aún se están recopilando
los datos, con el agravante de que crece el número de niñas y niños asesinados
después de ser violados.
Los
abusados siempre mantendrán secuelas mentales y afrontaran serios trastornos,
producto de estas violaciones que afectan la personalidad y el pleno desarrollo
integral de un ser humano.
Trabajo realizado por los estudiantes MARÍA
SANDOVAL, CAROLAIN
RIVERA, YAZNIRIS
DORIA y KAREN
QUINTERO
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