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lunes, 25 de noviembre de 2013

Pandillas juveniles: un presente violento, un futuro incierto

‘El ovejo’, como le dicen sus amigos, camina ufano por las calles del Barrio Carrizal. Su delgadez, sus ojeras y las cicatrices, que reflejan el maltrato, esconden lo que alguna vez fue un joven de aspecto simpático. Cada parte de su cuerpo lleva una marca, recuerdos indelebles de los episodios que lo han marcado desde que a sus 14 años, siendo aún un adolescente ávido de nuevas experiencias, chocó bruscamente con el mundo de las pandillas y la delincuencia juvenil. Los tatuajes que luce en su pecho y espalda y las cicatrices que se ven en su pierna derecha y en su brazo izquierdo, reviven aquellos momentos: las innumerables peleas callejeras, los robos, que durante un tiempo fueron solo una opción para ganarse el pan de cada día, pero que hoy se convirtieron en la actividad predilecta que acompaña sus ratos de ocio, las tantas veces que se escapó de la Correccional de Menores cuando ingresaba luego de atracar taxis o vender por partes las motos que robaba y, por supuesto, aquella ocasión en la que asesinó a dos jóvenes de otra pandilla.

Él hace parte de “Los Panelas”, una de las 105 pandillas identificadas hasta el momento en la ciudad de Barranquilla.

No es el único…


La delincuencia juvenil ha aumentado de forma alarmante en los últimos tiempos, pasando a ser un problema que cada vez genera mayor preocupación social.

El periodista Javier Castro, con el abogado Álvaro Acosta
En Barranquilla hay más de 3 mil jóvenes que hacen parte de las 105 pandillas identificadas hasta principios de 2013. Entre 13 y 17 años oscilan las edades de los integrantes de estas bandas, que se dedican a robar, consumir drogas y a defender sus territorios, según un estudio realizado por dos universidades locales.

Hay una estrecha relación entre la delincuencia juvenil y el bienestar social, que va más allá de las repercusiones a corto plazo que puedan tener los delitos cometidos por estos jóvenes; este punto tiene, principalmente, un fuerte impacto en el progreso social y económico del país, pues un adolescente que deja a un lado la formación para delinquir será, en un futuro, un adulto menos capacitado para contribuir al desarrollo económico tanto individual como de la comunidad en general.

Con respecto a esto, el economista Jorge Pérez, en su trabajo de investigación acerca de los factores que influyen en la probabilidad de reincidencia delictiva, encontró que el consumo de drogas aumenta en un 22% la probabilidad de que un menor vuelva a cometer delitos; mientras que su educación y el hecho de estar trabajando disminuye su reincidencia en un en 8,2%.

¿Qué dice la ley?
Colombia ha acordado un código del menor donde establece el procedimiento que se realiza cuando un menor de edad comete actos de delincuencia juvenil. “Un menor de 18 años no puede ser acusado y tampoco puede llevar un juicio en el cual su responsabilidad se vea implicada en actos delincuenciales”, asegura el abogado Álvaro Acosta, “los menores pasan a ser custodiados al ICBF con el INPEC (instituto nacional penitenciario y carcelario de Colombia). Sin embargo, muchos menores de edad, al igual que ‘El ovejo’, escapan de los reformatorios y continúan delinquiendo como si nada hubiera pasado”.
Algo no anda bien
El periodista Javier Castro, con la psicóloga Marlyns Morales
La mayoría de casos de jóvenes que delinquen se caracterizan por las rupturas y carencias en la edad temprana. Aquellos que viven en familias disfuncionales, que han sido testigos de la separación de sus padres o la muerte de alguno de ellos, o por algún motivo se han ido de la casa y viven con sus tíos, abuelos o pareja, son los más propensos a cometer actividades delictivas y reincidir en estas.
La psicóloga Marlyns Morales afirma que: "Estas bandas se originan por la falta de comunicación; el núcleo familiar es indispensable para el desarrollo de los adolescentes. El ambiente en el que crecen es importante y se verá reflejado en su adultez".
Por otro lado, hay barrios en donde los niños y jóvenes saben que para pertenecer al grupo y formar parte de su comunidad necesitan pasar algunos ritos de iniciación, entre los que se encuentran robar, asaltar o quizá cometer una violación. Esto, según indica Marlyns Morales, “contribuye a crear lazos con la comunidad a la que pertenecen, ya que, por lo general, son jóvenes que no han desarrollado un sentido de pertenencia con su hogar y con sus padres, y todo ser humano necesita sentir que hace parte de algo”.
¿Qué se debe hacer?
Existe un aspecto decisivo en el tema de la delincuencia juvenil: la rehabilitación, la cual se considera fundamental en cualquier sistema penal, pero cobra mayor fuerza en el caso de niños y adolescentes, porque existen aún más posibilidades de re-educación al encontrarse éstos en un período en el que aún no se han configurado completamente los procesos de pensamiento y socialización. Entre menos edad se tiene, mayores posibilidades existen de modificar determinados comportamientos que ponen a un menor de edad en conflicto con la ley. Sin embargo, esto sólo es posible si existe un sistema apropiado, que debe de ser diferente al de los adultos. “Si llevas al joven a otro ambiente, se dará cuenta de que hay otras maneras de hacer las cosas, pero no es solo llevarlo a un centro de rehabilitación, también debe recibir apoyo familiar, los padres deben estar pendientes. Muchas veces, la delincuencia juvenil se impulsa por falta de afecto, entonces, ellos buscan suplir esas falencias fuera del hogar. Quieren ser los “chachitos”, buscan la pandilla porque en su casa los tienen privados de ciertas cosas. En un ambiente y escenario adecuado, los niños pueden ser rescatados”, asegura la psicóloga Marlyns Morales.

Con respecto a esto, sin embargo, el Alto Consejero Distrital para la Seguridad, Guillermo Polo Carbonell, advierte que: “La gran mayoría de los jóvenes se pueden recuperar, pero hay que reconocer que muchos ya no pertenecen a estos grupos sino que hacen parte de organizaciones delincuenciales”.

Trabajo realizado por lo estudiantes KATHERINE AGÜERA, MARÍA ISABEL BOTERO, JAVIER CASTRO, ALEXANDRA MONZÓN, GABRIELA PEÑA Y MELISSA SEGURA

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