‘El ovejo’, como le dicen sus amigos, camina ufano por las
calles del Barrio Carrizal. Su delgadez, sus ojeras y las cicatrices, que
reflejan el maltrato, esconden lo que alguna vez fue un joven de aspecto
simpático. Cada parte de su cuerpo lleva una marca, recuerdos indelebles de los
episodios que lo han marcado desde que a sus 14 años, siendo aún un adolescente
ávido de nuevas experiencias, chocó bruscamente con el mundo de las pandillas y
la delincuencia juvenil. Los tatuajes que luce en su pecho y espalda y las
cicatrices que se ven en su pierna derecha y en su brazo izquierdo, reviven
aquellos momentos: las innumerables peleas callejeras, los robos, que durante
un tiempo fueron solo una opción para ganarse el pan de cada día, pero que hoy
se convirtieron en la actividad predilecta que acompaña sus ratos de ocio, las
tantas veces que se escapó de la Correccional de Menores cuando ingresaba luego
de atracar taxis o vender por partes las motos que robaba y, por supuesto,
aquella ocasión en la que asesinó a dos jóvenes de otra pandilla.
Él hace parte de “Los Panelas”, una de las 105 pandillas
identificadas hasta el momento en la ciudad de Barranquilla.
No es el único…
El periodista Javier Castro, con el abogado Álvaro Acosta |
Hay una estrecha relación entre la delincuencia juvenil y el bienestar social, que va
más allá de las repercusiones a corto plazo que puedan tener los delitos
cometidos por estos jóvenes; este punto tiene, principalmente, un fuerte
impacto en el progreso social y económico del país, pues un adolescente que
deja a un lado la formación para delinquir será, en un futuro, un adulto menos
capacitado para contribuir al desarrollo económico tanto individual como de la
comunidad en general.
Con respecto a esto,
el economista Jorge Pérez, en su trabajo de investigación acerca
de los factores que influyen en la probabilidad de reincidencia delictiva,
encontró que el consumo de drogas aumenta en un 22% la probabilidad de que un
menor vuelva a cometer delitos; mientras que su educación y el hecho de estar
trabajando disminuye su reincidencia en un en 8,2%.
¿Qué dice la ley?
Colombia ha
acordado un código del menor donde establece el procedimiento que se realiza
cuando un menor de edad comete actos de delincuencia juvenil. “Un menor de 18 años no puede ser acusado y tampoco
puede llevar un juicio en el cual su responsabilidad se vea implicada en actos
delincuenciales”, asegura el abogado Álvaro Acosta, “los menores pasan a ser
custodiados al ICBF con el INPEC (instituto nacional penitenciario y carcelario
de Colombia). Sin embargo, muchos menores de edad, al igual que ‘El ovejo’,
escapan de los reformatorios y continúan delinquiendo como si nada hubiera
pasado”.
Algo no anda bien
El periodista Javier Castro, con la psicóloga Marlyns Morales |
La psicóloga
Marlyns Morales afirma que: "Estas bandas se originan por la falta de
comunicación; el núcleo familiar es indispensable para el desarrollo de los
adolescentes. El ambiente en el que crecen es importante y se verá reflejado en
su adultez".
Por otro lado, hay barrios en donde los niños y jóvenes saben que para
pertenecer al grupo y formar parte de su comunidad necesitan pasar algunos
ritos de iniciación, entre los que se encuentran robar, asaltar o quizá cometer
una violación. Esto, según indica Marlyns Morales, “contribuye a crear lazos
con la comunidad a la que pertenecen, ya que, por lo general, son jóvenes que
no han desarrollado un sentido de pertenencia con su hogar y con sus padres, y
todo ser humano necesita sentir que hace parte de algo”.
¿Qué se debe hacer?
Existe un
aspecto decisivo en el tema de la delincuencia juvenil: la rehabilitación, la
cual se considera fundamental en cualquier sistema penal, pero cobra mayor
fuerza en el caso de niños y adolescentes, porque existen aún más posibilidades
de re-educación al encontrarse éstos en un período en el que aún no se han
configurado completamente los procesos de pensamiento y socialización. Entre
menos edad se tiene, mayores posibilidades existen de modificar determinados
comportamientos que ponen a un menor de edad en conflicto con la ley. Sin
embargo, esto sólo es posible si existe un sistema apropiado, que debe de ser
diferente al de los adultos. “Si llevas al joven a otro ambiente, se dará
cuenta de que hay otras maneras de hacer las cosas, pero no es solo llevarlo a
un centro de rehabilitación, también debe recibir apoyo familiar, los padres deben
estar pendientes. Muchas veces, la delincuencia juvenil se impulsa por falta de
afecto, entonces, ellos buscan suplir esas falencias fuera del hogar. Quieren
ser los “chachitos”, buscan la pandilla porque en su casa los tienen privados
de ciertas cosas. En un ambiente y escenario adecuado, los niños pueden ser
rescatados”, asegura la psicóloga Marlyns Morales.
Con respecto a esto, sin embargo, el Alto Consejero Distrital para la Seguridad, Guillermo
Polo Carbonell, advierte que: “La gran mayoría de los jóvenes se pueden
recuperar, pero hay que reconocer que muchos ya no pertenecen a estos grupos
sino que hacen parte de organizaciones delincuenciales”.
Trabajo realizado por lo estudiantes KATHERINE AGÜERA, MARÍA
ISABEL BOTERO, JAVIER CASTRO, ALEXANDRA MONZÓN, GABRIELA PEÑA Y MELISSA SEGURA
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