El policía se hace

Por Katherin Rojas Garcia

Después de muchas llamadas para concordar una cita, logré contactarme con Marlon Mieles, quien había prestado su servicio militar como auxiliar de la Policía y ahora había sido escogido para capacitarse como patrullero.

Cuando llegué a su casa, ubicada en el barrio Ciudadela, su mamá, Sofía, fue quien me abrió la puerta y me hizo pasar a la sala-comedor, donde se encontraba Marlon esperándome. El saludo fue de beso en la mejilla, como si nos conociéramos de siempre; me brindó una silla próxima a la suya, jugo de lulo recién hecho con hielo y una sonrisa nerviosa que daba paso a la entrevista.

Comencé con una pregunta seca, ¿qué lo motivo a ser patrullero? Sonriendo, no dudó en responder “Salir adelante, tener un proyecto de vida, el querer superarme como persona y ser profesional en servicio de policía. El servicio no es algo con lo que se nazca, muchos se dan cuenta que la policía tiene muchas cosas bonitas que la gente no conoce y por eso muchos deciden escoger a la policía como proyecto de vida”. Sé que muchos jóvenes ven a la Policía como parte de su formación y un buen lugar para laborar. Aún así, no contenta con la respuesta y queriendo concretar más volví a lanzar otro cuestionamiento: ¿qué le llamo la atención? Esta vez, mirándome fijamente, como si quisiera penetrar en mis ojos y saber mis pensamientos responde: “El trabajo con la comunidad, el servirle a ellos, porque nos necesitamos de manera mutua. Me gusta el trabajo y que está ligado a la sociedad”.

Cuenta que su paso por el proceso a selección a patrullero, además de ser largo, requiere de mucha preparación y experiencia; es más, muchos de los muchachos de reservistas a patrulleros hacen hasta dos procesos para poder pasar. Sonriendo y agarrando el crucifico que lleva colgando en el pecho, regalo de su abuela, le agradece a Dios la oportunidad que le dio de avanzar en esa etapa del proceso y dice, entre risas, que lo que le espera dentro de la Escuela de Policía Antonio Nariño, de Barranquilla, es mucho trabajo y compromiso con la comunidad.

A medida que hablaba con este personaje, se nota el empeño y el cariño que le tiene a la institución.

“Se fracasa para aprender”, fue una frase muy importante que me dijo él y se apropió de ella cuando quedó rechazado en el primer proceso. Mirando a sus padres, dice: “El no haber pasado la primera vez, me puse muy triste, pero conté con el apoyo de mis padres y de mi novia. Ellos me ayudaron a salir adelante y me animaron para hacerlo otra vez y verlo como una experiencia más; es muy triste cuando otros muchachos se aferran a esto y no les resulta, tienen a la Policía como primera opción”.

Ingresar y sostenerse en la escuela no es fácil, se requiere de un apoyo económico bien extenso, unos doce millones de pesos.

Y así, de manera pausada e interrumpida por algunos vecinos, que, al pasar por la puerta, gritaban para saludar a sus padres, reunidos en la sala-comedor para ver televisión, continuo la entrevista, donde Marlon, por la amena charla, y entre risas y miradas al techo para recordar de alguna manera cómo pasó qué cosa, me contó varias anécdotas vividas como auxiliar en el Centro Automático de Despacho (C.A.D) “Una que me marcó mucho y me hizo ser una persona más responsable, más puntual, eficaz, fue que una compañera que fue herida en un procedimiento policial y yo, como elaboraba en el 123, hubo una tensión muy grande en el C.A.D y es que yo recibí la llamada para dar captura a los criminales, y ese fue uno de los momentos que más me impactó porque, gracias a mi, a mi responsabilidad, a mi rapidez para contestar la llamada di con la captura de los cuatro sujetos que cometieron el delito”.

Terminé la entrevista agradeciéndole a Marlon, primeramente por compartir su experiencia conmigo, y a su familia la hospitalidad y el haberme brindado la oportunidad de conocerlos y sobre todo, darle la oportunidad a todos los lectores de conocer un poco lo que pasa cualquier joven que tiene como proyecto de vida hacer parte de la Policía Nacional.