¿Jugar o no con Falcao?

Por Alexandra Calvano  y Ernesto Bonett

Para Colombia se acerca la hora cero para confirmar una nueva cita en un Mundial de Fútbol. Después de estar ausente de las últimas 3 Copas del Mundo, Japón y Corea en 2002, Alemania en 2006 y Sudáfrica, en 2010, la ‘Tricolor’ está a un solo paso de inscribirse en Brasil 2014.

Sin duda, Néstor Pékerman, nuestro técnico, ha encontrado al equipo ideal durante las eliminatorias, a tal punto que hoy estamos a 3 unidades de igualar en el primer puesto de la tabla de posiciones a la súper poderosa Argentina, con todo y la magia de Lionel Messi.

Pero si ellos tienen a su Messi, nosotros tenemos, y lo decimos con orgullo, a nuestro ‘Tigre’, al gran Radamel Falcao García, quien se ha constituido en noticia debido a una lesión de tobillo que lo tiene en duda para enfrentar a Ecuador, este viernes, en el estadio Metropolitano.

¿Jugar sin él es posible? Claro, se puede. Ni dudarlo. Pero tenerlo, así sea disminuido por su lesión, es una ventaja, incluso sicológica, para nuestra selección. Los ecuatorianos, por más que quieran restarle importancia al tema del goleador del Mónaco de Francia, al leer la formación y no encontrar en la nómina colombiana a Falcao, dejarán escapar un suspiro de alivio. Ellos también se juegan en el ‘Metro’ un poco de su suerte mundialista.

Sin embargo, ¿estamos para arriesgar la integridad física del mejor jugador colombiano en la actualidad? ¿Se arriesgará Pékerman a ponerlo? ¿Podrán más las ganas de Falcao y de los colombianos que el buen juicio y la precaución? Eso sólo lo sabremos cuando ‘Don Néstor’ entregue la alineación nacional.

“Los buenos jugadores juegan hasta mochos”, sentenció esta mañana, en un programa nacional, el mejor de todos los tiempos, Carlos ‘El Pibe’ Valderrama. Y él sí que sabe de eso. Nos llevó a 3 mundiales y una lesión, a escasos meses de Francia 98, tuvo angustiado a todo un país.

Colombia quiere y, en cierta medida, tiene que asegurar su clasificación a Brasil en Barranquilla, y ante Ecuador, razón por la cual hay que poner en el campo a lo mejor de la nómina y eso solo significa echar mano de todas nuestras armas, y la principal de ellas es, nada menos, que el samario goleador.