Por José David Oquendo
Guerrero
A nivel político, la semana empieza con una noticia que, aunque era
previsible, no deja de sorprender: el anuncio de Juan Manuel Santos sobre la
escogencia de su fórmula vicepresidencial de cara a las elecciones de mayo
próximo, Germán Vargas Lleras. Este hecho resulta más relevante si se tiene en
cuenta que han pasado tres meses desde que el presidente oficializó su
intención de reelegirse, y ya era necesario decidirse por su coequipero.
Vargas Lleras junto al general óscar Naranjo eran, según la opinión pública,
los dos personajes en la baraja del presidente Santos, aunque desde diversos
sectores se hayan propuesto otros nombres como Eduardo Verano de la Rosa. Lo
más seguro es que la demora de la elección del presidente haya tenido que ver
con la valoración juiciosa de los puntos fuertes y débiles de los candidatos y
su aportación al momento que atraviesa Colombia.
Creo que Santos ha sido consecuente con el protagonismo que le ha dado a
Vargas Lleras durante su gobierno. Al inicio de su mandato lo nombró ministro
del Interior, desde donde Vargas impulsó
iniciativas importantes como la Ley Lleras y la Ley de Restitución de Tierras.
Luego, lo colocó al frente del Ministerio de Vivienda para que liderara la
construcción de las cien mil casas para las familias de bajos recursos.
Finalmente, lo nombró presidente de la Fundación Buen Gobierno, su plataforma
ideológica y política.
No es descabellado pensar que el ex presidente Uribe catalogue esta jugada
de Santos como una nueva afrenta, toda vez que Vargas Lleras y él han
protagonizado muchas polémicas y se han hecho mutuas acusaciones. También es probable que Santos haya pensado
en buscar un escudero leal en el Congreso, escenario que podría albergar
importantes opositores como el mismo Álvaro Uribe, Iván Cepeda, entre otros. La
imagen y el carácter fuerte de Vargas Lleras ayudan a contrarrestar la fría y
tibia figura de Santos, al tiempo que aviva las brasas del debate electoral de
cara a las elecciones presidenciales.
Sin embargo, es importante que el presidente especifique cuáles serán las
funciones de su nueva mano derecha. Vargas Lleras se ha caracterizado por
preferir puestos importantes desde donde pueda liderar y ejecutar propuestas, y
no creo que permita que su campo de acción se reduzca a la diplomacia. Uno de
los retos de la fórmula de Santos será mostrar más compenetración con su jefe
para no parecer una rueda suelta dentro del andamiaje del Gobierno, algo por lo
cual se ha criticado a el actual
vicepresidente, Angelino Garzón.
En síntesis, la elección de Santos me parece más meditada que cuando
eligió, en 2010, a Angelino Garzón como su fórmula. En aquella oportunidad,
esta maniobra tuvo la clara intención de untar de pueblo la imagen de oligarca
de Santos con una persona de origen sindical. Ahora, con el agravante de la
popularidad del voto en blanco, al presidente le urge juntarse con alguien
cuyas fortalezas sean los defectos que no ha logrado opacar en cuatro años de
gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario