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lunes, 17 de marzo de 2014

La Parranda eterna de Emilio Tapia

Por Steven Santiago

La primera vez que se conoció el nombre de Emilio Tapia fue quizás, por los innumerables saludos que recibe el empresario de Sahagún, Córdoba, por parte de reconocidos cantantes vallenatos, como fue el caso del fallecido Cacique de La Junta Diomedes Díaz y Silvestre Dangond. Al hombre de las carreteras, como se le conoce en el mundo vallenato, se suma el proceso que lo vincula al carrusel de las contrataciones en Bogotá y la relación con sus socios: los hermanos Samuel e Iván Moreno y los Nule, recluidos en la cárcel La Picota de Bogotá.

El imperio del empresario cordobés causó conmoción en su región debido a que,  en tan solo 7 años alcanzó una fortuna descomunal que implica: la gerencia del Grupo Asociado Aliar S.A.S., compuesta en noviembre de 2010 con un capital de $100 millones, la subgerencia de la sociedad Criadero Rancho La Fe con el 100% de las acciones, una cuenta en el extranjero en el Banco Credit Suisse en Zurich (Suiza), y otra cuenta abierta en la que guarda capitales en una corporación de Panamá y que tiene un fideicomiso en Nueva Escocia.


La incongruencia de todo este revuelco me genera una duda, cómo una persona que no tiene una carrera profesional y que de la noche a la mañana adquiere dominio económico y ejerce poder político se filtra en el seno de los contratos de la capital colombiana y, además de estar implicado, se le conceda un pre acuerdo por los delitos de cohecho, concierto para delinquir y contrato sin cumplimiento de requisitos legales a cambio de colaboración y como beneficio recibiría una condena que no superaba los 13 años de detención domiciliaria, siga como si nada como un ciudadano más.

A todas estas, no es posible que una persona foránea, que no posee ningún puesto público y que, gracias a sus “relaciones políticas”, haga lo que se le venga en gana con recursos que no son destinados para su benéfico, no le caiga el peso de la ley como lo instaura la sagrada y muy respetuosa constitución política colombiana.

A simple vista, no se necesita investigar para conocer la corrupción y los tentáculos que posee Tapia para manejar y callar la justicia con sobornos. Este proceso hace parte de la lista que diariamente se incrementa en cuanto a parapolítica se refiere. Pareciera que la letra menuda escrita en el carrusel de las contrataciones, le adjurará a Emilio Tapia muchas ventajas para poder moverse como pez en el agua, sin que nadie lo pudiera pescar.


Aún no termina la tanda y parece que los billetes de tapia mandan en los bolsillos de aquellos que, con tal de complacerlo, le alargan una más de sus controversiales parrandas.

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