Por José Marenco
Frases como “Nadie me quita
de aquí adentro que a Chávez le incularon esa enfermedad para sacarlo del
paso”; “Si alguien del pueblo vota contra Maduro, está votando contra él mismo,
le está cayendo la maldición de Maracapana”; “En cualquier momento, Chávez
convoca una Constituyente en el cielo para cambiar la Iglesia en el mundo y que
sea pueblo” o, “El pajarito silbó un ratico, me dio una vuelta y se fue y yo
sentí el espíritu de Hugo Chávez”, son las que me llevan a pensar que este
“Presidente” en verdad no tiene algo que aportar en su cabeza. No es por
criticar y mucho menos por señalar, pero, lo siento, no, me retracto, sí voy a
señalar a “Nico” por sus desfachateces.
Es bien entendido que, desde
hace mucho tiempo, Venezuela no es lo mismo, que ha empeorado desde aquel 19 de
abril del año pasado, cuando los “hermanos Bolivarianos” decidieron cometer el
peor error de su historia. Comprenderá señor lector, que emulo las palabras de
Capriles en cuanto al error y le adiciono un término apocalíptico, por así
decirlo, para que comprenda mi posición en cuanto a este tema de la crisis en
Venezuela.
Está bien, este sefardí,
nacido en Caracas, fue conductor en el metro de Caracas y, viéndolo de cierto
modo, es un ejemplo de superación que cualquiera quisiera seguir a menos que se
estudie a “Nico” por sus desaciertos y, para la muestra un botón, aún en el
mundo se recuerda ese “hoy somos millones y millonas de Bolívar”. Por cosas
como esta es que yo me pregunto cómo una persona puede llegar a ser presidente
de una nación, que es tanto el nivel de alienación del pueblo venezolano que mientras
más cosas sin sentido dice nuestro querido “Nico”, ellos más le aplauden y le
apoyan creyendo que está siguiendo los pasos del “Comandante”, algo que discuto,
ya que, de cierto modo, Maduro no es Chávez y por mucho que quiera serlo, en lo
único en lo que le sigue los pasos es en llevar a Venezuela a un declive.
El país, en estos momentos,
se ha convertido en una Venezuela polarizada e, incluso, las personas están
viéndose a la tarea de decidirse en qué bando estar. Existe una oposición que,
según los del régimen, son de extrema derecha porque están en contra de su
mandato y existe también un líder opositor llamado Leopoldo López, que, en
estos momentos, se encuentra privado de su libertad debido a un acto de
democracia y, más que de eso, de fe, al entregarse a las autoridades que, sin
miedo a decirlo, en esto momentos deben estar torturándolo de alguna manera.
Es de esperarse que, en
medio de una crisis como esta, “Nico” decida echarle las culpas a su enemigo de
pila -Los Estados Unidos de Norteamérica- y que busque crear una cortina de
humo para que los alienados, es decir, el pueblo, sigan creyendo que estas
marcha son, ideológicamente, de iniciativa Yankee. Bien hizo Jay Carney, secretario de prensa de la
Casa Blanca, al decir que el presidente Maduro "debería enfocarse más bien
en el diálogo con el pueblo venezolano" y que “Venezuela debe dejar de
usar falsas acusaciones contra EE.UU. para distraer la atención de sus fallas”,
pero cómo puede Venezuela encontrar paz o, mejor escrito, encontrar la solución
a estos problemas si su presidente, con una actitud déspota de pies a cabeza,
“invita” al diálogo a los de la oposición, pero, al final, los acusa porque
ellos le quieren quitar los carnavales al país. ¿En serio? ¿Los carnavales?
Creo,
señor lector, que comprenderá que lo único que busco es preguntarme por qué los
carnavales tienen más relevancia para el presidente Maduro que la solución de
una crisis económica que ha obligado a su nación a movilizarse en las calles
para reclamar lo que, por derecho fundamental, les pertenece, que es vivir y
vivir dignamente; que reclaman bienestar y seguridad en las calles y que, a su
vez, reclaman por una solución al tema alimenticio puesto que “se están
muriendo de hambre” en nuestro país vecino. No siendo más el motivo de la
presente, vuelvo a escribirle “Maduro, creo que no S.O.S inteligente”.
La situación de Venezuela es la consecuencia de un pueblo mal acostumbrado que ha a la final fue abusada drasticamente a mano de un dictador que se hace celebre a raiz de sus comentarios fuera de serie.
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