Por Gina Guerrero Pérez
En Venezuela, los manifestantes
en sus marchas imploran la renuncia del presidente Nicolás Maduro y el cambio
del sistema político-económico de ese
país, denominado en ocasiones “castrocomunismo”. Los protestantes
califican como la instalación de una dictadura inspirada en el modelo
socialista y que estaría dirigida desde Cuba.
Lo anteriormente mencionado
ha producido una serie de situaciones complejas en el país hermano, como son:
los enfrentamientos fuertes entre los policías, estado y ciudadanos, el cual son los mismos estudiantes
que exigen una solución al problema, reclamándole a su comandante que cumpla su
papel como líder de ellos. Las personas en sus gritos piden con fervor que sean
escuchados, puesto que sienten que sus palabras le resbalan al gobierno, lo que
los tiene tristes y con rabia, por cómo
ven que se expresa Maduro en sus declaraciones en los medios, tratando de
difundir una información errada de lo que realmente está sucediendo en el país.
También uno de los puntos
que recriminan los manifestante es la contradicción
en la que cae su presidente ante los
medios, sabiendo que las redes sociales muestran lo que el pueblo divulga con
sus labios, logrando con esto la indignación de las personas de ver cómo él se
atreve a decir que no sucede nada, que esas marchas simplemente no existen y que
su país pasa a enfrentarse en una guerra donde grupos económicos realizan
acciones encubiertas o disimuladas como desabastecimientos, especulación,
desvío de productos desde los canales regulares de distribución, sabotaje al
sistema productivo, campaña mediática de manipulación económica, invocación al
ilegal mercado de divisas, entre otras. Es decir, que Maduro insiste en negar
la existencia de un caos que todos vemos y presenciamos.
Qué tristeza este personaje
que se llena la boca el decir “Soy el presidente del país venezolano”, cuando
su rol actualmente es todo lo contrario. Viendo que hace con su nación todo lo que se le venga en gana, por el
simple hecho de que él tiene el poder y los demás deben acatar. Pero me da más
lastima la gente que ahora llora y se queja cuando ellos mismo fueron los que
dieron su voto a ojos cerrados por él, entonces es cuando yo me pregunto como
hermana, como paisana que soy de los venezolanos: ¿Qué es lo que entonces ellos
quieren? ¿Por qué no pensaron antes de elegir? Ya que ellos sabían que iba a seguir con el mismo mandato que tenía el ex presidente Chávez,
¿por qué ya llorar por el vaso derramado?
Pero independiente de todo, Nicolás Maduro no debería utilizar su poder para pasar
por encima de su pueblo, si ve que ellos desean, anhelan soluciones,
¿por qué no enfrentarlo? ¿Por qué lo esquiva? Creo que sería más fácil aceptar
los errores y asimilarlos para que de una vez por todas dejen de ser primicia
en todos los medios de comunicación del mundo con el mismo cuento sin fin.
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