Por Katerin Trespalacios
Está claro que Venezuela pasa por una crisis de violencia y escasez de
alimento a raíz de las protestas presentadas el 4 de febrero por estudiantes,
quienes se sintieron indignados por el intento de violación dentro de un
claustro universitario de la ciudad de San Cristóbal. Las protestas, que crecían
cada día, trajeron consigo la muerte de más de 20 personas, el cierre de
centros de comercios, escuelas, y hasta las fronteras con países vecinos; situación
que ha llevado a muchos ciudadanos a emitir un SOS al resto del mundo. Sin
embargo, parece que el mensaje de ayuda (SOS) haya sido interpretado como el
verbo “ser”, así como lo entendió el presidente Nicolás Maduro tras leerlo
plasmado en un bus: “sos Venezuela”.
Las protestas en Venezuela
aumentan en color y forma, tanto que a estas alturas resulta redundante decir
que la educación es paupérrima, no hay agua, alimentos, ni elementos de aseo,
que el único seguro en ese país es el presidente Maduro y sus políticos, quienes
están respaldados por Cuba, país que ha “ayudado” con aviones de guerra y todo
un ejército de Avispas Negras, que, al paso que va, serán los goleros quienes
sobrevuelen y custodien sus presas o más bien, hagan filas para alimentarse, al
igual que muchos venezolanos que se levantan a las tres de la mañana y hacen
largas filas para comprar una bolsa de arroz, que cada vez escasea más.
El SOS y no el “sos Venezuela”, es
serio, la gente no está protestando por protestar o acaso la crisis económica
que crece con una inflación anualizada de 56%, según Banco Central de Venezuela
(BCV), es ¿la economía parasitaria, especulativa, como lo dijo Maduro? o los
datos que arroja la Organización no gubernamental Observatorio Venezolano de
Violencia (OVV), respecto a los 39 y 79 asesinatos por cada 100.000 habitantes
¿Son falsos? Y ni qué decir de la falta de alimentos que aqueja al país, tanto,
que habitantes de la capital marcharon con ollas vacías ante el Ministerio de
Alimentación para expresar el inconformismo frente al desabastecimiento de
alimentos que minutos tras minutos se hace más perecedero.
Las cifras hablan por sí solas y la comunidad internacional parece
hacerse de vista gorda frente a esto. ¿Será porque Venezuela no les aporta nada
a esos países que no quieren ayudar? o por el contrario, ¿Les llena las manos
de petróleo para que ellos no pongan “manos en la masa”? Como están las cosas,
ya ni se sabe.
Si es
el caso de Colombia, el presidente Santos estará pensando en cómo ganar la reelección, y
por supuesto, seguir con los diálogos de paz que se llevan a cabo en La Habana.
Países
como Argentina, Bolivia, Ecuador, entre otros, han mostrado a través de medios
de comunicación un apoyo al sistema de gobierno de Maduro; así que no creo que
esto les parezca mal.
Por
otra parte, Estados Unidos no ha asomado
la cabeza, ni siquiera para dar una voz de apoyo, imagino que para “no empeorar
las relaciones”. No obstante, el canciller de Panamá, en una reunión con la OEA
propuso extender la sección para debatir
si ameritaba convocar a los cancilleres del continente, y así analizar la
situación en Venezuela. Sin embargo, la mayoría de naciones lo consideraron prematuro y
prefirieron emitir una declaración política.
Lamentablemente,
ninguno de los cancilleres presente en la OEA representan a las víctimas que protestan en las calles de Venezuela. Ellos no
sienten el temor de correr tras el disparo sin causa de las fuerzas militares
cubanas, ni tampoco escucharán los llantos de los niños tras el temor al oír
caer piedras y correr de un lado para otro con el fin de protegerse o la preocupación
de madres y padres porque no encuentran alimentos para preparar en sus casas.
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