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lunes, 17 de marzo de 2014

ESTOS SON LOS HÉROES DE NUESTRO PAIS

Por Noe Meriño Carrillo

Durante muchos años, hemos visto cómo la corrupción ha sido un mal en toda nuestra sociedad, lo que nunca llegamos a pensar es que una de las instituciones más respetadas del país, como lo es el Ejército Nacional, llegara a ser protagonista de un gran escándalo.  Durante varios meses, la revista Semana, venía adelantando investigaciones que destaparían el negocio que tenían varios altos militares con algunas adjudicaciones de contratos.

Como ciudadano, no podemos aceptar esta clase de actos, debemos rechazarlos en forma colectiva, ya que estos contratos hacen parte de impuestos que pagamos los colombianos. Los dineros de contratos fueron a parar a cuentas personales del Coronel Robinson González del Río y otros altos mandos militares.


Tal vez, algunos Generales no pensaron en salvaguardar la seguridad del país, ya que el dinero para la aviación militar, para abastecer de combustible a los vehículos y aviones, no fueron a dar a su destino, sino que fueron desviados. Si esta es la clase de Generales que tenemos en nuestra querida Colombia, no quiero imaginar cuál será la suerte de los colombianos.

Es cierto que los Generales han sido la niña de los ojos del presidente y ministros. Ojalá las órdenes que nuestro presidente Juan Manuel Santos, le dio al ministro Juan Carlos Pinzón, se cumplan. Porque, si bien es cierto que no solo militares estaban involucrados, aquí hay un negocio burocrático en el cual ganan muchos mientras de la estructura estatal.

La corrupción en el aparato militar de nuestro país, no se restringe. Los “honorables” Generales, recortaron con autorización de los comandantes de Brigadas, los gastos en las guarniciones militares. La revista Semana, dice que los militares exigían a hasta el 50% de los dineros asignados.


Juan Carlos Pinzón, destina anualmente 27.7 billones de pesos, lo que alcanzaría para la construcción de Colegios, Carreteras y obras que nos beneficien, pero será en otra ocasión; por ahora, sigamos viviendo en Colombia, el país de las “maravillas”.

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