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lunes, 17 de marzo de 2014

VENEZUELA, UN CAMPO DE BATALLA

Por Lix Solano Barros 

¡Defiéndanse como puedan! Aunque no preferida, es la frase practicada por todos los venezolanos, quienes, en cada nuevo amanecer, enfrentan una batalla diaria con sus propios hermanos por medio de protestas violentas que han traído como resultado  la muerte de muchos ciudadanos. ¿Qué espera, señor Maduro?. Tal vez, lo que espera sean más muertes, muertes que hacen disminuir el número de personas que denuncian la violación a los derechos fundamentales.

“Quien porta un arma de fuego en una manifestación no tiene intenciones pacíficas”, como dijo la señora  Luisa Ortega, fiscal general de Venezuela; ¿y acaso a alguien le nace tener intenciones pacíficas?, sí, tal vez a aquellos que prefieren quedarse en sus casas, viendo cómo el señor Maduro hace y deshace.  Pero muchos seguidores de izquierda desahogan su rabia de esta forma, porque son quienes se sienten traicionados por este mandatario, porque, para ellos, cada día se aleja más del pensamiento  chavista.


Para el señor Maduro es fácil decir, como también para muchos, “el que no quiera ver la verdad que no la busque”; pero ¿acaso es necesario buscar algo que es palpable? El  señor Maduro, como mandatario, no ha hecho más que ir destruyendo, ir matando a un país. Cada día va asesinando con la inseguridad, con la escasez de alimentos, que traen como resultado la ausencia de un bienestar social.

Este gobierno está encerrado en defender su posición a costa de lo que sea, y aquí el problema no es la oposición, ni el Chavismo,  aquí el problema es la búsqueda de soluciones a base de juegos desagradables como el hambre y la  muerte, y todo provocado por Maduro, a quien le quedó muy grande el país. Si hubiese estado rodeado de personas capaces, tal vez se hubiese ahorrado tantos experimentos que han hecho explotar su laboratorio.

Venezuela es un campo de batalla, donde el rey de la selva no protege a sus cachorros sino que los asesina. Miremos desde nuestra frontera cómo nuestro hermano es destruido por los suyos, por su cacique que no sabe más que disfrazar la realidad de su país por medio de discursos rebuscados. ¡Defiéndanse como puedan!

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