Por
William Jofre
En Colombia, las minorías políticas han sido
perseguidas desde que estas son constituidas: los indígenas, las negritudes y
cualquier partido que profese una ideología distinta a la que representa a la
gente empoderada del país. Hace muchos años, fue el Partido Comunista; después,
la Alianza Democrática del M19 y también la Unión Patriótica.
Me ha dejado un poco preocupado el atentado
que sufrió Aída Avella, candidata de la UP para las próximas elecciones
presidenciales. Ella, como todo su partido, fue víctima de una brutal y
descarnada cacería acaecida hace 17 años, cuando ellos fueron siendo
desaparecidos, 1 por 1, por poderes oscuros de ultra-derecha, que veían en
ellos una amenaza a su poder.
Avella estaba en compañía de Carlos Lozano,
aspirante al senado por el mismo partido político, cuando el vehículo donde se
movilizaban recibió varios impactos de bala. Sumado a ello, la candidata ha
denunciado amenazas de grupos al margen de la ley, como los Rastrojos y las
Águilas Negras, quienes la nombran en varios panfletos.
Afortunadamente, el 3 de marzo, los candidatos
de esta colectividad están convocados a una Cumbre de emergencia en búsqueda de
los derechos y las garantías que estos candidatos minoritarios se merecen,
resultando además una buena movida por parte del estado, ya que tiene que
buscar la manera para brindar seguridad a estas personas, con el fin de no
empañar su nombre en el extranjero.
Confieso no simpatizar con las ideas de la
Unión Patriótica; sin embargo, es imperativo asegurar una democracia limpia de
cara a las próximas elecciones. Digo, por lo menos, respetemos las ideas y la
vida de estas personas, que lo único muestran son un abanico de ideas
diferentes, nuevas o no, eso está a criterio del elector. Colombia es un país
que busca proyección internacional, por lo cual no sería bueno para el país que
esto ocurra; por lo tanto, hay que evitar que algo peor suceda. Presidente,
póngase al frente.
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