Por Ivana
Figueroa Rosado
Si la pregunta
es ¿usted aprueba o desaprueba la
forma cómo el presidente Juan Manuel Santos
está manejando algunos problemas del país como..?, no dejaría terminar
la pregunta, no leería más y
comenzaría sin meditar a desaprobarlo
todo. Desde la ex presidencia de Andrés
Pastrana, no se había notado tanto descontento dentro del pueblo colombiano por
acciones que un presidente hiciera, o, en este caso, que no hace.
En las últimas semanas, una avalancha de críticas
burlescas ha aumentado en las redes
sociales en contra de nuestro señor presidente,
criticas que, a la larga, son certeras, puesto que la situación del país
cada día empeora. Todos los días, un colombiano
tienden a protestar hasta por el aire contaminado que aquí se respira, la inseguridad
definitivamente acabó con la tranquilidad que “había”, el salario mínimo es
como él mismo se define, mínimo, porque no alcanza para nada, y la pobreza aumenta.
Tenia razón María Elvira Samper cuando en una
conferencia para los alumnos del programa de Comunicación social de la Universidad
Autónoma del Caribe en la ciudad de
Barranquilla, decía: “este gobierno, es un gobierno de reflejos tardíos, y desconectado”, tanto lo estará, que un 71%
desaprueba totalmente su gobierno y sus acciones, según la encuesta realizada
la semana pasada por el Gallup (firma encuestadora más rígida en aspectos
políticos).
Me pregunto, entonces, dónde estarán los
relacionistas públicos del presidente o consejeros del gobierno en general, que
no les basta con invadirnos de mentiras
acerca de la situación del país, que todos conocemos y que ignoramos, sino que lo han dejado llevar entre
sus hombros la responsabilidad, a medias, de dirigir. Ahora, hasta el pueblo
mismo ratifica, sin reparos, que a nuestro presidente Santos le está quedando
grandísimo el manejo correcto del país.
Quiera Dios que después de esta, no se inventen
un remedio peor que la enfermedad, porque no estamos para ensayos improvisados,
escuchen que un pueblo implora respeto y soluciones concretas y no parciales. No
queremos seguir remendando, porque a la larga no estrenamos.
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