Por:
Gian Franco Sotomayor
Esta historia quizás para muchos sea una más,
de los cientos de futbolistas colombianos que se hacen un lugar en el
extranjero, pero para quienes conocen la dura trayectoria deportiva de nuestro
invitado, Lancelott Devenish Macías, más que una historia, es una novela, donde
el principal protagonista, como lo describe nuestro invitado, es Dios, fuente
de sustento y vida para este soñador, natural de Galapa, Atlántico, pero criado
en Barranquilla.
Hablamos de fuente de sustento y de vida
porque como nos lo hace saber el actual goleador del fútbol de segunda división
de Nicaragua, fue en Dios en quien encontró el principal apoyo para darle vida
a un sueño que en muchas ocasiones se tornaba como una pesadilla, debido a las
constantes frustraciones de la cuales hoy se atreve a hablarnos este valiente
deportista de 22 años de edad.
¿Cómo ha
sido tu vida desde que llegaste a Nicaragua?
Bueno, primero que todo, dándole la gloria y
la honra a Dios por todo, y a ti, Gian, gracias por tenerme en cuenta. Y, bueno,
desde que llegué a Nicaragua todo ha sido muy difícil porque mi primer destino
fue Somoto, pues el Real Madriz de esa ciudad fue el que me trajo, y cuando
llego a Managua, la capital, me encuentro con una situación difícil que me impedía
trasladarme hasta Somoto; finalmente, cuando logro llegar hasta allá en mi
primera semana de entreno, despiden al técnico que me trajo y como aún no había
firmado, ellos deciden enviarme a prueba con el Ocotal, equipo que también es
de primera división, y allí, gracias a Dios, dejé una gran impresión debido a
que me incluyeron enseguida al plantel profesional y logré jugar los dos
primeros partidos de preparación, en donde marque dos goles y todo parecía un
sueño. La hinchada me quería y les gusté a todos, pero a la hora de la
inscripción vino lo difícil porqué ya era el sexto extranjero en la nómina y
solo podían inscribir cinco. Y, bueno, ellos me mandan a préstamo al Bravos de
primavera, de segunda división y allí para la gloria de Dios todo me ha salido
muy bien y estoy en la parte alta de goleadores.
Desde que tengo conciencia, siempre jugué al
fútbol. Fue difícil al comienzo, ya que vivíamos en Galapa y económicamente en
mi casa no tenían cómo pagarme una escuela de fútbol y yo le lloraba a mi mamá
a la que se lo debo todo, ya que ha sido mi fan número uno, mi motor y mi mayor
motivación para poder cumplir este sueño. Esta promesa de Dios que ha puesto en
mi corazón; entonces, yo me metía a los entrenos de la escuela Deportivo Galapa
orando porque no me sacaran o no me dijeran nada. Ya, después, a los 13 años,
cuando me mudo a Barranquilla, pude ingresar a la escuela Toto Rubio y de allí
logro llegar a la selección Atlántico. Y un año después, me llevan a la Autónoma
a inferiores, allí las cosas salieron muy bien y el Junior me fichó, pero allí
todo fue difícil y, luego de 2 años y medio allí, me despidieron y sentí que
todo se iba al suelo, pero fue allí donde Dios me sostuvo y hoy puedo disfrutar
de todo esto.
¿Qué es
lo que más extrañas de Colombia?
Lo que más extraño es a mi familia, mis
mejores amigos y mi novia. Han sido momentos fuertes de este proceso difícil
cuando ya empiezas a extrañar tu casa y las personas que amas, pero siempre lo
he dicho y lo he sabido y he sentido que mi fortaleza es Dios y en él me refugio
y es lo que me mantiene fuerte en el día a día, cuando muchas veces siento que
no puedo más, viene Dios y me da un soplo de aliento para seguir luchando. Y
así me mantengo, más que por mis fuerzas puedo decir que me sostiene la gracia
de Jesús.
Ya que
nos hablas de Dios y tu fe, cuéntanos ¿en qué momento exacto pudiste ver a Dios
como el que cambiaba momentos de frustración por momentos de regocijo?
Dios siempre ha estado, sino que a veces nos
cuesta verlo, pero en mi vida Dios ha tenido siempre el control de todo. Cuando
me despiden de Junior, pensé que no iba a volver a tener otra oportunidad de
estar cerca del fútbol profesional, pero Dios mismo me esforzó y me llevó a no
dejar de prepararme, siempre me entrené bien y me preparé todos los días para esto.
Yo no veía una puerta abierta, pero siempre trabajé como si estuviera cerca del
gran objetivo y creo que ese momento en el que quise llorar y seguir llorando
vino Dios y me recordó, que él podía cumplirme los anhelos de mi corazón, y así
fue, le di el primer lugar a Dios y él me ha sabido recompensar.
Además
de tu ida de Junior, ¿qué otro momento te hizo dudar de poder llegar al fútbol
profesional?
Cuando estuve en Argentina, a mediados del
2017, estuve en Ferrocarril Oeste y sentí que hice las cosas bien allá, pero me
dijeron que ya el torneo había empezado y no podían inscribirme; entonces, me
dieron un mes de descanso para volver a Colombia y dijeron que en enero me
llamarían para integrarme al plantel principal, pero la llamada nunca llegó y
yo empecé a desesperarme.
Ya,
después de tantas pesadillas y momentos duros, al poder cumplir el sueño de
llegar al fútbol profesional, cuéntanos de tus metas a corto, mediano y largo
plazo.
Mi meta a corto plazo es hacer un gran torneo
en segunda división y si Dios me lo permite ser el goleador de este torneo
apertura; a mediano, me proyecto para el próximo torneo fichar con un equipo de
primera división, ya que, gracias a Dios, he tenido un gran comienzo y, gracias
a Dios, ya mi nombre ha empezado a sonar en varios equipos de primera división.
A largo plazo, aspiro a seguir escalando, ya que mi mayor objetivo es vestir la
camiseta de la selección de mi país y llegar a Europa y lograr jugar en uno de
los más grandes de allá, ya que es mi sueño y con Dios de la mano voy a lograrlo.
Finalmente,
¿qué consejos les dejas a esos jóvenes deportistas que ven lejana la
posibilidad de cumplir su sueño?
Primero que todo que comiencen a depender de
Dios en todo y que no dejen de creer por los momentos duros y que, a pesar que
no vean una puerta abierta, que se entrenen y mantengan una mentalidad fuerte,
enfocados en lo que quieren y que ningún mal comentario los desestabilice.
Excelente radiografía, todo un acierto en el hecho real del personaje.
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