Por Rafael Vega
Cuando se habla de la sociedad, por extensión, se aborda lo que el periodismo ha producido en ella, pues este, al registrarla,
al reflejarla, termina por dibujar sus contornos y los de los acontecimientos
presentes y futuros, ya que es, en gran parte, debido a la información difundida
por el periodismo que la gran mayoría de las personas toma una posición
definida frente a los acontecimientos, los grupos y las personas.
Según esto, se hace imprescindible hablar de la ética del periodista; es decir, de su responsabilidad y de los principios con los que se supone que ha de actuar para no afectar negativamente el curso de los acontecimientos que narra; no obstante, esto no siempre ocurre, pues el periodismo se ha ido convirtiendo en una forma aparentemente transparente de escalar posiciones en la sociedad, de manipular situaciones y de alcanzar fines no siempre benéficos para la sociedad, los seres humanos y el mundo (claro está que lo anterior también depende de las leyes que, en cada país, regulan a los medios de comunicación).
Cabe aclarar que el papel del periodismo y, por tanto, del periodista en la sociedad, es el de crear conciencia sobre las diferentes situaciones que acontecen, en pro de generar una mejor calidad de vida, así como advertir a la sociedad acerca de las posibles consecuencias que ciertas acciones pueden acarrear. A la vez, ha de procurar comunicar todas aquellas acciones que tienden hacia el bien común de las personas y del mundo.
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