Por Claudia Méndez Beltrán
Los medios de comunicación son de gran valor;
ciertamente, son reconocidos en nuestra sociedad como un espacio de
transformación y desarrollo en torno a la realización de los comportamientos
éticos en el ejercicio del periodista, manteniendo la función de publicar, del
mismo modo, emitir noticias que sean de calidad, que estén debidamente
contextualizadas, objetivas y muy bien contrastadas.
En este contexto, el código de ética del circulo
de periodistas de Bogotá (CPB) y el proyecto de ley 234 de 2018,
poseen contenidos muy similares, ya que, ambos destacan la profesión del
comunicador social y periodista; asimismo, reconocen los derechos y deberes
inherentes a esta profesión; por ejemplo, el secreto profesional, el libre
acceso a los lugares y fuentes de información, el derecho de petición ante las
entidades públicas y empresas mixtas del estado para fines periodísticos, la
objeción de conciencia frente a dar o recibir información que atente contra
principios religiosos, morales, éticos, étnicos o de cualquier tipo en la
persona del periodista.
Igualmente, pretenden reflexionar sobre la necesidad
de un periodismo ético, donde prime el desempeño honesto que todo periodista
debe mantener en su labor diaria, orientándose con estos reglamentos y/o leyes
establecidas para el cumplimiento de las normas éticas que esta profesión exige;
es decir, cumpliendo con dichas normas, el periodista puede encontrar ese
equilibrio entre su libertad y la responsabilidad al realizar su labor, pues,
al ser un profesional que hace uso de información, investigación y transparencia,
ofrece a la sociedad un servicio de utilidad pública, de modo que el bien común
prevalezca sin fines o intereses políticos y económicos, encaminado a un
fortalecimiento de la democracia y la construcción de una sociedad más
consciente de sus derechos y obligaciones.
Sin embargo, en la actualidad, la ética se ha visto
perjudicada por un manejo de información inadecuado que realizan algunos
periodistas. Así, filtran información sin confirmar, le dan cabida al
sensacionalismo, la corrupción, no son parciales. Estos son problemas que los
llevan a caer en la falta de ética, reflejando un desinterés en el cumplimiento
de los valores y normas anteriormente mencionadas, generando críticas por parte
de la sociedad misma y, de igual modo, por los colegas del mismo gremio
periodístico.
No obstante, se debería generar un cambio por parte de
los comunicadores ante esta problemática, ya que, la sociedad es merecedora de
una comunicación fiable y acertada. Del mismo modo, adoptar y respetar las
normas éticas para que su trabajo sea garantizado hacia la ciudadanía, como una
labor de transparencia. Los periodistas y la ética van de la mano, puesto que
esta unión nos permite como profesionales manejarnos con eficacia, mantener una
adecuada realización del trabajo, y, por último, pero no menos importante,
conservar la integridad personal.
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