Por Camila Arias
El tatuaje en nuestra sociedad, está considerado un tema
controversial. En la cultural colombiana, aquellas personas que tengan en su
piel una marca de tinta son cualificadas como delincuentes, malas personas,
gente rara, drogadictos, entre muchos otros términos que nos hemos cansado de
escuchar por parte de nuestros padres e, incluso, amigos; aún estando en la
edad moderna, muchos individuos todavía no consideran el tatuaje como arte, el
cual viene desde los principios de los tiempos, donde se consideraba al tatuaje
como símbolo varonil, de liderazgo; incluso, servían para la identificación de
bandos.
Hablamos con José Luis Rodríguez Meyer, de 34 años, y quien
ejerce esta profesión hace más de diez años. Su carrera en el mundo del
tatuaje, comienza a partir de su hermano mayor Alexander Rodríguez, uno de los
tatuadores más antiguos y conocidos de la ciudad de Barranquilla, pues fue él
quien lo introdujo desde muy pequeño en el mundo del tatuaje.
Esta profesión no solo con lleva una gran responsabilidad
sino también mucha disciplina y, aunque no lo crean, estudios. Cada artista
define su estilo a partir de qué tanto conocimiento va adquiriendo, así se inclinara
hacia un estilo u otro; existen muchos estilos de tatuajes que la mayoría de
personas (o, más bien, que no están dentro del gremio de los tatuados)
desconocen. Son muchos los estilos que hay en el arte de la tinta sobre la
piel.
¿Cómo empezaste tu
carrera de tatuador?
Desde pequeño he estado vinculado al mundo del tatuaje. Mi
hermano es uno de los tatuadores más antiguos de Barranquilla: Alexander
Rodríguez de Sandman. A partir de ahí, me involucré en este mundo del tatuaje.
¿Por qué te interesó el
mundo del tatuaje?
Me interesé por este mundo, pues es un estilo de vida con el
que me identifico y, desde niño, siempre lo he visto, le tomé mucho cariño.
También, es una profesión en donde se gana el respeto que se gana con el tiempo
y experiencias.
¿Qué estudias o que
estudiaste?
He estudiado diferentes carreras, con referente al arte.
Primero estudié diseño gráfico en la Universidad Autónoma del Caribe y, ahora
mismo, estudio arte para ir mejorando mi estilo en el tatuaje e ir definiéndome
mucho más como artista.
¿Qué pensaron tus
padres al saber tu profesión?
Mi padre siempre nos apoyó; de hecho, cuando me hice mi
primer tatuaje, le gustó mucho. Nunca ha tenido comentarios negativos hacia
nuestro trabajo y gustos.
En tus años de
experiencia, ¿cuál es la mayor enseñanza que te ha dejado tu trabajo?
La mayor enseñanza que he aprendido en el arte que practico,
es que eres muy libre. Tienes un control total sobre tu tiempo, que es lo que
me encanta. Además, es diferente a todo lo que se pueda imaginar todos los
otros tipos de trabajos. Para mí, el tatuaje no es un trabajo lo veo más bien
como un estilo de vida o un hobbie y
es algo que me gusta, lo desempeño y me da dinero.
Sabemos que las
personas suelen tener una idea errada del tatuaje, ¿por qué crees que se debe
esto?
Aquellas personas que tienen ideas erróneas del tatuaje, lo
veo como algo cultural: personas que tiene otras ideas muy distintas, como, por
ejemplo, que son diabólicos, ladrones, asesinos, etc. La historia ha marcado
mucho el mundo del tatuaje; en estos tiempos modernos, lo ven como arte y moda
como tal.
Mi estilo al tatuar es el realismo mágico. Consiste en crear
una historia a través de la piel. Cada parte de la pieza tiene un sentido para
llegar a un concepto general o, más bien, una idea de lo que se quiere expresar
a través del dibujo sobre la piel. En principios, solo me dedicaba a sombras y
blancos, pero, a medida que he ido aprendiendo y experimentando, empecé a
utilizar colores en mis piezas para darle mucha más vitalidad y originalidad.
Dentro de la cultura
del tatuaje, ¿cómo es la competencia? ¿Se vive mucha rivalidad entre los
artistas?
En el mundo del tatuaje, pues sí hay ciertos artistas que
tienen sus competencias por quien hacen los mejores trabajos. Siempre es como
un tema de orgullo u honor. En mis trabajos no me gusta llevarlo con rivalidad,
pues siempre me dedico de corazón a lo que hago, buena actitud y, sobre todo,
que los clientes queden contentos. Por otro lado, he sentido envidia por parte
de otros artistas, pero ¿qué se puede hacer?
Cuéntanos tu
experiencia en la batalla de tatuadores que se realizó el año pasado en nuestra
ciudad.
Recibí la llamada de Jeffrey Malagón, quien me ofreció
participar en la batalla, pues somos amigos de hace varios años. Realmente, el
realismo a color no es mi especialidad; como dije antes, me dedico mucho más a
las sombras y grises. Estuvimos unas siete u ocho horas tatuando. Fue una
experiencia única, la verdad. Volvería a competir, pues estábamos entre
conocidos y el ambiente no se sentía como rivalidad como tal. Yo fui decidido a
ganar, pero Jeffrey fue el ganador al final. Es muy buen artista y competir
contra él fue todo un honor.
Por último, ¿qué
mensaje le darías a las personas que no conocen acerca de esta cultura y sobre
el arte en el cuerpo?
El que puedo dar, es que a quienes se quieran dedicar o se
dediquen a este arte, deben meterle mucho compromiso, sacrificios y estudios,
sobre todo. Habrá días difíciles, así que hay que ponerle el corazón a nuestro
arte y, sobretodo, apoyarlo, no nos podemos quedar solo con lo superficial tenemos
que ver mucho más allá.
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