Por Karolain Caballero
Desde la congelada Bogotá, en la Corporación de
Ferias y Exposiciones CORFERIAS, tuve la oportunidad de ahondar en el espíritu
de un hombre cálido, humano y amoroso. Joaquín José Rojano de la Hoz es
escritor, Magíster en Desarrollo Social y Sociólogo, quien el domingo 5 de mayo,
a las 3:00 p.m., realizó el lanzamiento de su más reciente libro “Pareja de Leones".
Su instinto por formar y su femenina humanidad
lo ha llevado a convertirse en un ser humano integral que ha entendido los
sentidos de vivir. Sus ojos, ahogados por los años y la reflexión, aún saben
comunicar de manera penetrante sus pensamientos agudos y bondadosos.
Dígame, sr Joaquín, ¿por qué escribir sobre el conflicto,
la cultura y las desgracias de la República de Kenia, siendo usted del municipio
de Ponedera?
Precisamente, por ser del municipio de Ponedera,
donde yo nací, encuentro durante la infancia y el transcurrir de mi vida grandes
similitudes entre mi pueblo y África. Creería que me hallo, desde la esencia
genética, ligado a África porque mi papá fue un negro nacido en Calamar, Bolívar,
que es uno de los pueblos considerados como palenques desde que fue fundado.
Yo aprendí a escribir leyendo Las aventuras de Tarzán los sábados y, entonces,
inicié a sentirme ligado a las lianas, a los árboles majestuosos, los
chimpancés, entre muchas otras cosas. Y cuando el niño Dios me trajo una
bicicleta, a la edad de diez años, yo iba en la bicicleta bautizada por mí con
el nombre de Tantor -igual al elefante de Tarzán- y las calles de mi pueblo
parecían las praderas de Kenia, las praderas del valle del Rifle.
Es decir que usted hacía intertextualidad con Kenia en
Ponedera, como si usted fuese Tarzán y estuviese en África.
Exacto. Pero Tarzán no exactamente como el
hombre mono de los Yankees, sino mono de los Antropoides Sinum. La esencia de
este libro nace de ver la naturaleza de mi pueblo y sus similitudes con
elementos de África, que, posteriormente, fui reconociendo. Por ejemplo, los
angolítos, que son los colmenares de las avispas vienen de Angola, país en
África central.
¿No cree, señor Joaquín, que el discurso amable de
"recordar nuestras raíces africanas" ya se volvió un tanto cliché?
No hay cliché como tal, mi querida periodista,
porque aún hay una incomprensión en las escuelas que se ve reflejado en cómo los
estudiantes y niños aún están situando al negro con un aire despectivo. Entonces,
¿cómo se podría inculcar el sentido de pertenencia identitario por sus
ancestros? Porque estos seres humanos en formación se encuentran muy afectados
por una imposición cultural dominante y globalizada, es decir, no existe un
sentido de identidad concreta. Nuestra tri-etnia nos ofrece ciertas
potencialidades únicas: el sentirme español, africano, y sentirme indígena al
mismo tiempo; incluso, con un cuarto mestizaje tardío de otras esencias
europeas que llegaron, posteriormente, acá. No se tiene esclarecido, por
ejemplo, que Kenia fue la cuna de la humanidad, antropológica y científicamente
hablando y es necesario resaltar que la vida humana nació en África. Esta
novela te hace comprender y vivir nuestro origen africano y no captarlo
simplemente como el cliché de palabras vacías.
¿Por qué su inclinación por enseñar?
Pareciera que eso estuvo en mi inconsciente, en
mi formación, pero realmente yo nunca pensé ser maestro. Mi idea era estudiar
filosofía y letras porque me encanta escribir. Esta alma escritora se vio
realizada por primera vez en 1971 que publiqué el cuento cinco centavos en El Espectador y llegó a ser galardonado en el
primer puesto, para luego, en 1978 publicar domésticamente en Barranquilla en
la editorial Mejoras la novela Epopeya de
la inconformidad. Hasta ahora vuelvo a la Literatura con Pareja de Leones, que ha sido mi sueño
ya hoy materializado. Los curas del colegio Salesiano, donde yo terminé el
bachillerato, fueron a mi casa a proponerme ser profesor de la escuela; notando
ciertas necesidades económicas, acepté y dije “yo voy a ser profesor". Actualmente,
después de tantos años de experiencia en la docencia, ya he asimilado ese
sentido de formador que hay en mí que no puedo transigir.
Señor Joaquín, me dice que es graduado de una institución
salesiana ¿es usted Cristiano?
No soy católico como institución eclesial, pero
sí tengo mis principios religiosos y mi
formación moral que debo, precisamente, a mi pasado, sobre todo el evangelio. No
soy un religioso practicante de una iglesia, pero sí soy profundamente
espiritual y evangélico. Entiéndase por evangelio aquellas obras bondadosas, el
no querer más nada que ayudar al pobre, al estigmatizado. Por eso, mi novela es
un evangelio, una reivindicación de África de cara a toda aquella depredación que
hicieron los colonizadores europeos.
¿Por qué el lector activo debería comparar a Owana y Raíl
con dos leones?
Aquí existe una ruptura paradigmática con
respecto a la imagen del león, pasando de ser aquel rey de la selva y ese
animal prototípico dominante, a ser un luchador en esencia. Un luchador por su
familia que desarrolla un proceso de vida ligado a la naturaleza con la
fortaleza que puede dar esa esencia de ser leones. Mis niños, hermanos de leche,
quienes sustentan un amor profundo por la naturaleza, nacen en un barrio de
tierra muy roja, en una chabola, donde inician a luchar por su vida para salir
de ciertas dificultades y miserias. En
2008 ocurre la masacre entre las tribus
Kikuyu y Luo que fueron incentivadas por políticos como Kibaki y Odinga -hecho
histórico- mis muchachos huyen y en esa huida comienzan su vida de leones.
¿Para qué sirve su libro, señor Joaquín? ¿Cómo ayuda la
novela a ser del mundo un lugar mejor?
La novela es de aventura, de acción, pero tiene
un trasfondo humano. Cuando el lector toma su papel, él puede sentir que el espíritu
del escritor tiene un sentido por lo humano, por lo bueno, lo cual me
lleva significar que la esencia es
femenina. Para uno ser humano tiene que corresponder a una idea de la mujer
como la esencia de uno, que es la madre. En la novela, el espíritu de África en
sus mujeres está desarrollado en la humanidad. En el epílogo manifiesto,
precisamente, la reivindicación por la humanidad y en el último párrafo expreso
lo siguiente: “de verdad, que el eterno femenino me enloqueció hasta dejarme
como un amante perdido en el universo, así que no tuve otro remedio que
aprovechar su intrepidez en el amor y aprovechar su nervio para narrarles lo
que vi. Mamá Tunsa, quien amamantó a mis dos muchachos, es la madre de todos
nosotros también. En esa esencia de hermanitos de leche está la hermandad
propia de nosotros los seres humanos que, aunque no seamos genéticamente de los
mismos padres, otros contextos nos hacen hermanos.
¿Por qué contar una historia de sufrimiento y tragedia,
señor Joaquín? ¿No cree ya, que el lector colombiano está cansado de ver
conflicto por todos lados?
Yo estoy de acuerdo contigo y yo no cuento
conflicto. El conflicto y el sufrimiento es el contexto, pero mis pelaos no son
personajes sumidos en la tristeza, sino que son como leones desarrollando
procesos dentro de ciertas dificultades. Pareja de leones es el mejor ejemplo
de la resiliencia. De hecho las dificultades fue lo que hizo que estos leones
resurgieran.
Todo escritor posee una imagen recurrente a la hora de
realizar sus historias, la de Gabriel García Márquez es la Soledad, ¿cuál sería
la suya?
Integridad, el sentido de lo humano es mi
imagen recurrente. Amor a la humanidad.
¿Ama usted el amor, señor Joaquín?
Completamente, el amor es fundamental. Es lo
que vivo y práctico. El evangelio dice “amaos los unos a los otros", ese
soy yo.
Estoy muy emocionado con esta entrevista de la periodista Karolain Caballero de la Universidad Autónoma del Caribe.
ResponderEliminarEl profesor Rojano, me dictó la clase de Español secundaria en el Colegio Salesiano de san Roque en Barranquilla, a mediados de los años 70, lo recuerdo con afecto, residia por el barrio abajo.
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