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viernes, 10 de mayo de 2019

El evangelio de Joaquín Rojano


Por Karolain Caballero
Desde la congelada Bogotá, en la Corporación de Ferias y Exposiciones CORFERIAS, tuve la oportunidad de ahondar en el espíritu de un hombre cálido, humano y amoroso. Joaquín José Rojano de la Hoz es escritor, Magíster en Desarrollo Social y Sociólogo, quien el domingo 5 de mayo, a las 3:00 p.m., realizó el lanzamiento de su más reciente libro “Pareja de Leones".
Su instinto por formar y su femenina humanidad lo ha llevado a convertirse en un ser humano integral que ha entendido los sentidos de vivir. Sus ojos, ahogados por los años y la reflexión, aún saben comunicar de manera penetrante sus pensamientos agudos y bondadosos.

Dígame, sr Joaquín, ¿por qué escribir sobre el conflicto, la cultura y las desgracias de la República de Kenia, siendo usted del municipio de Ponedera?
Precisamente, por ser del municipio de Ponedera, donde yo nací, encuentro durante la infancia y el transcurrir de mi vida grandes similitudes entre mi pueblo y África. Creería que me hallo, desde la esencia genética, ligado a África porque mi papá fue un negro nacido en Calamar, Bolívar, que es uno de los pueblos considerados como palenques desde que fue fundado.
Yo aprendí a escribir leyendo Las aventuras de Tarzán los sábados y, entonces, inicié a sentirme ligado a las lianas, a los árboles majestuosos, los chimpancés, entre muchas otras cosas. Y cuando el niño Dios me trajo una bicicleta, a la edad de diez años, yo iba en la bicicleta bautizada por mí con el nombre de Tantor -igual al elefante de Tarzán- y las calles de mi pueblo parecían las praderas de Kenia, las praderas del valle del Rifle.

Es decir que usted hacía intertextualidad con Kenia en Ponedera, como si usted fuese Tarzán y estuviese en África.
Exacto. Pero Tarzán no exactamente como el hombre mono de los Yankees, sino mono de los Antropoides Sinum. La esencia de este libro nace de ver la naturaleza de mi pueblo y sus similitudes con elementos de África, que, posteriormente, fui reconociendo. Por ejemplo, los angolítos, que son los colmenares de las avispas vienen de Angola, país en África central.

¿No cree, señor Joaquín, que el discurso amable de "recordar nuestras raíces africanas" ya se volvió un tanto cliché?
No hay cliché como tal, mi querida periodista, porque aún hay una incomprensión en las escuelas que se ve reflejado en cómo los estudiantes y niños aún están situando al negro con un aire despectivo. Entonces, ¿cómo se podría inculcar el sentido de pertenencia identitario por sus ancestros? Porque estos seres humanos en formación se encuentran muy afectados por una imposición cultural dominante y globalizada, es decir, no existe un sentido de identidad concreta. Nuestra tri-etnia nos ofrece ciertas potencialidades únicas: el sentirme español, africano, y sentirme indígena al mismo tiempo; incluso, con un cuarto mestizaje tardío de otras esencias europeas que llegaron, posteriormente, acá. No se tiene esclarecido, por ejemplo, que Kenia fue la cuna de la humanidad, antropológica y científicamente hablando y es necesario resaltar que la vida humana nació en África. Esta novela te hace comprender y vivir nuestro origen africano y no captarlo simplemente como el cliché de palabras vacías.

¿Por qué su inclinación por enseñar?
Pareciera que eso estuvo en mi inconsciente, en mi formación, pero realmente yo nunca pensé ser maestro. Mi idea era estudiar filosofía y letras porque me encanta escribir. Esta alma escritora se vio realizada por primera vez en 1971 que publiqué el cuento cinco centavos en El Espectador y llegó a ser galardonado en el primer puesto, para luego, en 1978 publicar domésticamente en Barranquilla en la editorial Mejoras la novela Epopeya de la inconformidad. Hasta ahora vuelvo a la Literatura con Pareja de Leones, que ha sido mi sueño ya hoy materializado. Los curas del colegio Salesiano, donde yo terminé el bachillerato, fueron a mi casa a proponerme ser profesor de la escuela; notando ciertas necesidades económicas, acepté y dije “yo voy a ser profesor". Actualmente, después de tantos años de experiencia en la docencia, ya he asimilado ese sentido de formador que hay en mí que no puedo transigir.

Señor Joaquín, me dice que es graduado de una institución salesiana ¿es usted Cristiano?
No soy católico como institución eclesial, pero sí tengo  mis principios religiosos y mi formación moral que debo, precisamente, a mi pasado, sobre todo el evangelio. No soy un religioso practicante de una iglesia, pero sí soy profundamente espiritual y evangélico. Entiéndase por evangelio aquellas obras bondadosas, el no querer más nada que ayudar al pobre, al estigmatizado. Por eso, mi novela es un evangelio, una reivindicación de África de cara a toda aquella depredación que hicieron los colonizadores europeos.

¿Por qué el lector activo debería comparar a Owana y Raíl con dos leones?
Aquí existe una ruptura paradigmática con respecto a la imagen del león, pasando de ser aquel rey de la selva y ese animal prototípico dominante, a ser un luchador en esencia. Un luchador por su familia que desarrolla un proceso de vida ligado a la naturaleza con la fortaleza que puede dar esa esencia de ser leones. Mis niños, hermanos de leche, quienes sustentan un amor profundo por la naturaleza, nacen en un barrio de tierra muy roja, en una chabola, donde inician a luchar por su vida para salir de ciertas dificultades y miserias. En 

2008 ocurre la masacre entre las tribus Kikuyu y Luo que fueron incentivadas por políticos como Kibaki y Odinga -hecho histórico- mis muchachos huyen y en esa huida comienzan su vida de leones.

¿Para qué sirve su libro, señor Joaquín? ¿Cómo ayuda la novela a ser del mundo un lugar mejor?
La novela es de aventura, de acción, pero tiene un trasfondo humano. Cuando el lector toma su papel, él puede sentir que el espíritu del escritor tiene un sentido por lo humano, por lo bueno, lo cual me lleva  significar que la esencia es femenina. Para uno ser humano tiene que corresponder a una idea de la mujer como la esencia de uno, que es la madre. En la novela, el espíritu de África en sus mujeres está desarrollado en la humanidad. En el epílogo manifiesto, precisamente, la reivindicación por la humanidad y en el último párrafo expreso lo siguiente: “de verdad, que el eterno femenino me enloqueció hasta dejarme como un amante perdido en el universo, así que no tuve otro remedio que aprovechar su intrepidez en el amor y aprovechar su nervio para narrarles lo que vi. Mamá Tunsa, quien amamantó a mis dos muchachos, es la madre de todos nosotros también. En esa esencia de hermanitos de leche está la hermandad propia de nosotros los seres humanos que, aunque no seamos genéticamente de los mismos padres, otros contextos nos hacen hermanos.

¿Por qué contar una historia de sufrimiento y tragedia, señor Joaquín? ¿No cree ya, que el lector colombiano está cansado de ver conflicto por todos lados?
Yo estoy de acuerdo contigo y yo no cuento conflicto. El conflicto y el sufrimiento es el contexto, pero mis pelaos no son personajes sumidos en la tristeza, sino que son como leones desarrollando procesos dentro de ciertas dificultades. Pareja de leones es el mejor ejemplo de la resiliencia. De hecho las dificultades fue lo que hizo que estos leones resurgieran.

Todo escritor posee una imagen recurrente a la hora de realizar sus historias, la de Gabriel García Márquez es la Soledad, ¿cuál sería la suya?
Integridad, el sentido de lo humano es mi imagen recurrente. Amor a la humanidad.
¿Ama usted el amor, señor Joaquín?



Completamente, el amor es fundamental. Es lo que vivo y práctico. El evangelio dice “amaos los unos a los otros", ese soy yo.

2 comentarios:

  1. Estoy muy emocionado con esta entrevista de la periodista Karolain Caballero de la Universidad Autónoma del Caribe.

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  2. El profesor Rojano, me dictó la clase de Español secundaria en el Colegio Salesiano de san Roque en Barranquilla, a mediados de los años 70, lo recuerdo con afecto, residia por el barrio abajo.

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