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jueves, 9 de mayo de 2019

Monseñor Víctor Tamayo: un corazón de azúcar


Por: Laura Llanos Rivera


Monseñor Víctor Antonio Tamayo Betancourt, obispo auxiliar de Barranquilla, nació el 20 de julio de 1937 en Anorí, Antioquia. Un hombre de corazón puro, que desde muy joven decidió dedicar su vida completamente a Dios. Realizó sus estudios primarios en la Escuela “Francisco de Paula Santander” de su pueblo natal. La enseñanza secundaria la cursó en el Seminario Menor de Santa Rosa de Osos. Cursó un año de Espiritualidad Sacerdotal en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma (1996-1997).

Monseñor Tamayo recibió su orden sacerdotal para la arquidiócesis de Barranquilla en 1964, a la edad de 27 años, por monseñor Germán Villa Gaviria en la capilla del seminario conciliar de Barraquilla; fue nombrado prelado de honor por su santidad Juan Pablo II.
Su gran carisma y entrega a la comunidad es lo que lo ha hecho resaltar y dejar huella en los corazones de todos los colombianos y aquellos que han tenido la dicha de compartir con este gran ser humano. Su sencillez y amabilidad son cualidades que nos ha demostrado a lo largo de su trayectoria y en el espacio que con mucho amor decidió brindarnos.




El objetivo de este espacio es conocer un poco más a fondo a cerca de usted ¿Qué lo apasiona? ¿que lo divierte?, etc.
 (Entre risas), yo llegué hace muchos años a Barranquilla, hace sesenta años. Vine con el que, en ese entonces, era el párroco de mi pueblo, monseñor Francisco Gallego Pérez, y , desde ese entonces, no he salido de Barranquilla. Y me ha encantado ver el proceso y desarrollo de Barranquilla. Me tocó ver nacer todos los barrios del sur, donde estuve inicialmente; luego a través del proceso de la catedral metropolitana me tocó iniciarlo, seguirlo y sostenerlo. Es un trabajo esencial que me han puesto, sobre todo, la responsabilidad en su estructura, la construcción, la conservación, y también por ser la parroquia número uno de la diócesis, por ser la catedral privada; entonces esencialmente , mi trabajo está en ese cuidado material y espiritual de la catedral, procurando mantenerla siempre a tono, en una disponibilidad para cuando el arzobispo la visite, la encuentre siempre lista para su trabajo apostólico.

 ¿Desde que momento sintió usted que estaba llamado a la vocación sacerdotal?
 Sí, eso fue como por contagio (entre risas). En mi casa siempre había una visita de sacerdotes vecinos, de las parroquias vecinas. Siempre mis padres tenían una disponibilidad y un cuidado muy grande de atención a los sacerdotes que están en los pueblos, que venían a la ciudad a alguna diligencia. Por esta razón, pienso que fue una acción de ejemplo, que mis padres me dieron y yo, siguiendo ese ejemplo, terminé en el seminario, con monseñor Gallego Pérez y aquí me tienen hace sesenta años.


 Tengo entendido que a la edad de veinte años usted decidió incursionarse en este camino ¿Cómo fue la reacción y el apoyo de su familia? Puesto que hoy en día el mundo, las familias y la misma sociedad, nos llevan a nosotros los jóvenes, a cohibirnos de tal vez tomar estas decisiones y entregar la vida completamente a Dios
Al contrario, en mi pueblo, yo vivía en Yarumal, al contrario de poner retrabas, lo impulsaban, estaban siempre poniendo a uno en contacto con los demás sacerdotes, con el ambiente y las campañas que hacía la parroquia. Siempre estaba involucrado y, por eso, desde muy pequeño, desde que hice la primera comunión, estuve metido en el ambiente pastoral y espiritual, de la eucaristía como centro de la vida.


¿Cuáles son sus ideologías?
El único pensamiento que tengo es estar siempre dispuesto a servir. No creo que nadie que me necesite puede decir que no tuvo oportunidad de hablar conmigo, o de que le sirviera, sino que siempre dispuesto, siempre atento y en mi tiempo estoy siempre diciéndole a todos los que están alrededor mío, que no me aparten la gente, sino que abran las puertas para que la gente pueda adquirir lo que desean y lo que yo pueda servir con amor y alegría.


Teniendo en cuenta que el celibato no es un dogma de fe, sino una regla de vida y esto es de lo que el papa Francisco ha venido hablando, que a pesar de que sea una regla y se pueda reevaluar, no es esto lo que se tiene pensado por el momento ¿Está usted de acuerdo con el celibato?
Yo creo que, en la iglesia oriental, todos los sacerdotes son casados; en la iglesia occidental es opcional, y en la iglesia católica es condición sin el cual no se puede optar por el sacerdocio, se opta por un sacerdocio célibe. Esto es un medio que se ha ido viviendo y cumpliendo y que ha prestado grandes servicios.



Hoy en día se ve que nuestra máxima guía de la iglesia católica, el Papa Francisco, viene con unas ideologías que han generado controversia, especialmente dirigida a la diversidad de sexo  ¿Cuál es su opinión con respecto a este tema?  
Yo pienso que, si Dios hizo al hombre y a la mujer, es por creación de él y no por una institución humana, si no que Dios mismo el que hizo allá en el paraíso al hombre y a la mujer y dio la orden fuerte y clara, que es crezcan y multiplíquense. Nosotros solamente estamos cumpliendo la voluntad divina de estar dispuestos en las manos del obispo para proteger, ayudar, compartir, vivir la vida con los fieles ayudándolos en todo lo que necesiten y en lo que podamos.

Ya para finalizar, me gustaría que le mandara un mensaje de amor y esperanza a toda la comunidad y, en especial,para quienes hoy leen esta entrevista.
Yo creo que, lo importante es la unión, en la medida en que la comunidad este conformada por un papá, una mamá, unos hijos y que esté involucrada esa unión familiar, vamos creciendo en justicia y en santidad. Yo deseo, pedirles realmente, por medio tuyo, que se mantenga mucho el respeto y el amor familiar, que la familia prime en todo momento, que sea indispensable, el tiempo, y la presencia, para que sea la familia la que, convocada por Dios realizando su deseo, podamos crear un ambiente de justicia, paz y armonía.

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