Por Karen Cabarcas y María Caamaño
Tenemos un país, en donde los
más bobos hacemos una fila de dos horas, y los más vivos llegan de últimos y se ponen de primeros
para hablarle ¨cinco minutos a la señorita¨, se terminan sentando y tomando el
turno que tú deberías estar utilizando. Todo sea por la solidaridad, por el
humilde y sencillo hecho que todos somos colombianos.
Tenemos un país en donde
nuestro presidente está de la mano de un vicepresidente que suele tener ciertas
peleas maritales, si, porque es un matrimonio con problemas, un matrimonio
político por el que rezamos todos los días para que funcione. De todas formas,
cuando están en la clínica ellos se visitan, y renuevan sus votos de amor y
compromiso. La culpa no es de ninguno, es que las relaciones de pareja suelen
ser así y más en estos tiempos de amor en los tiempos del cólera, o de los
coléricos sanguíneos.
El presidente, que digo, el ex
presidente Uribe, debería re pensar bien en volver a su relación sentimental
con Santos, deberían recuperar ese fuego que había entre los dos, eso que los hacía
los gemelos fantásticos, se convertían en toda clase de animales, me sentía
como si estuviera protegida por los mejores superhéroes que cada vez que había
una situación se convertían en un animal diferente .
Bueno, aunque tal vez lo de
los animales ha vuelto, presiento que tenemos a un hermoso camaleón frente a
nosotros, un camaleón patriótico, sí estamos pensando en la misma persona:
¡Nuestro presidente!. Cambia de colores a los colores patrióticos por el caso
de La Haya, después que estaba morado, el pobrecito, porque estaba como
asfixiado por todo esto del paro agrario, es que los campesinos lo tenían
ahorcado a punta de ruana que desfilaba y protagonizaba los noticieros.
Nuestro camaleón se vistió de
los colores de la bandera más linda del mundo, la del tercer más alegre del
mundo, pese a su constante conflicto armado, borrachos al volante e
intolerancia, se vistió de Colombia, de nuestra
bandera , y se llenó de patriotismo para esbozar un hermoso
discurso, sacó las lágrimas de mis ojos
cuando dijo con palabras entrecortadas y casi tartamudeando: “El fallo no es aplicable”, y luego agregó
: “No es y no será aplicable mientras no se celebre un tratado que defienda los
derechos de los colombianos”.
¡Ese
es mi presidente!, ¡todo un camaleón!, con la humildad por delante, con su
corbata azul cielo de bolitas blancas, siempre recordando nuestra infancia. No
importa que no haya reaccionado de esa forma ante La Haya desde que salió el
fallo, no nos importa eso, porque así somos los colombianos, nos gusta hacer
las cosas a última hora, sabemos que él solo quería distraernos un poco del
paro agrario, que ya nos tenía cansados , y del tratado de paz con las Farc.
¡Que viva nuestro camaleón!.
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