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jueves, 19 de septiembre de 2013

“Cuando creí haber dejado el periodismo, me encontré enseñando periodismo”: Alberto Martínez

Por Chavely Fernández e Isabel Valdés

Alberto Martínez Monterrosa es comunicador social, con formación económica, tiene maestría en educación y un doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad del Norte. Fue periodista de los diarios El Universal, El Espectador, La Republic y  Portafolio; fue asesor de la Presidencia de la Republica, decano de Comunicación Social de la Universidad del Norte y, actualmente, se desempeña como docente en esta institución y columnista de el periódico El Heraldo.

Es hijo adoptivo de Barranquilla, devoto de la Virgen María, y periodista de pura de sangre.


Siendo cartagenero, ¿por qué decidió radicarse en Barranquilla y no en otro lugar?

Cuando vivíamos en Bogotá, mi esposa y yo siempre decidimos que teníamos que regresar a la Costa Caribe, los barranquilleros y los cartageneros siempre hemos tenido una rencilla natural, producto de los enfrentamientos deportivos de la época y yo decía que teníamos que volver a Cartagena, ella asumía que Cartagena era como un barrio turístico de Barranquilla y veía a Cartagena como turismo no como un lugar para vivir, las peleas eran tales que un día decidimos no hablar del tema en la casa, porque siempre que hablábamos de eso terminábamos en discusión; la cosa era tan clara que cuando regresamos a la Costa, ella regresó a Barranquilla, y yo a Cartagena y nos encontrábamos los fines de semana, pero Cartagena es una ciudad muy estrella, limitada, cerrada, en donde los espacios laborales tienden a ser muy excluyentes y aún cuando yo estaba de decano de la facultad de Comunicación Social de la Tadeo Sentí que la ciudad, los colegas, me veían como un invasor y yo lo que quería después de 18 años de estar en Bogotá, haberme formado en Bogotá, y haber trabajado en los principales medios allá, llevar como todo ese bagaje a Cartagena y aportarlo a mi ciudad y no fue así, los espacios siempre se me cerraron. Un día tomé la de quedarme en Barranquilla, ya estaba agotado; además, porque dure 3 años viajando; todos los días me iba a las 5 de la mañana y regresaba a las 6 de la tarde y el primer año que estuve en Barranquilla la Fundación Carnaval me llamó para escribir el bando de la reina Daniela Donado y, entonces, empecé a evaluar, mi ciudad me cierra las puertas un poco y la ciudad a la que nunca quise venir me entrega nada más y nada menos que el bando de su reina, una cosa tan emblemática como el carnaval, y tomé la decisión de quedarme en Barranquilla porque es una ciudad generosa, abierta, cálida que le da la bienvenida a todo aquel que quiera hacerle un aporte a su desarrollo, a su cultura.

Usted es un crítico activo de los medios ¿Cuál ha sido la situación o el momento más difícil de su carrera periodística?

Yo creo que han sido tan pocos y tan pocos relevantes que no los recuerdo, yo he tenido en mi carrera más gratos momentos que difíciles. Tal vez una situación fue cuando, en Cartagena, me llamó el gobernador de Bolívar a contarme que el comandante de la policía, que se llamaba Armando Ramírez Ramón, estaba siendo investigado por enlaces con el narcotráfico, eso me lo dijo en su lecho de enfermo, estaba hospitalizado en una clínica y yo era un periodista muy cercano a él, no por razones personales sino profesionales de los cubrimientos y decidió contarme eso. Pero imagínense la dimensión de la noticia, me estaba diciendo que el comandante, un coronel activo de la policía recibía a los narcotraficantes en el aeropuerto, los hospedaba, los escoltaba y que el subcomandante de la policía lo había descubierto, lo había ido a denunciar a Bogotá y cuando regresó de allá el comandante puso pero al subcomandante y eso no se sabía. Teníamos un directo que se llamaba  Gonzalo Zúñiga Torres, que ya murió. La información yo la tenía como a las 4 de la tarde y él me llamó como a las 6, no le conté lo que me había dicho el gobernador del departamento porque si le decía lo iba a frenar y era la noticia de abrir, yo escribí la información y la publicamos al día siguiente; pero con lo que yo no contaba era que esa noche el director se reunía en un coctel con el comandante de la policía, obviamente él no sabía lo que estaba pasando y yo sí, al día siguiente sale la información y este tipo llegó iracundo, me llamó a su oficina y me dijo que tenía que irme del periódico, que lo había dejado como un zapato y tenía toda la razón, porque el periódico ya había salido con esa información. Me llamó el gerente a las dos horas y me dijo no te quiero echar, pero si no renuncias lo tendré que hacer, te doy plazo hasta las 12 para que me pases la carta de renuncia. Yo tenía la información confirmada, era del gobernador de Bolívar, pero no podía citarlo y tenía unos contactos en Bogotá, entonces decidí llamar a Colprensa la agencia de noticias y preguntar que sabían del caso y a las 11:59 minutos de la mañana llegó un despacho de Colprensa diciendo “Destituido comandante de Bolívar por nexos con el narcotráfico”. Fue una situación difícil, pero al mismo tiempo placentera porque sabía en el fondo que si me iba era por una verdad y no por un error, o una mentira. Pero no me fui, me quedé y digamos que eso de una forma fortaleció mi condición en el periódico del que llegué a ser jefe de redacción antes de migrar a Bogotá.

¿Cómo fue la experiencia cuando le informaron que estaba en una lista de Interpol?

Nosotros tenemos que viajar al menos dos años a Estados Unidos por el tratamiento de nuestro niño y fuimos a pedir la visa y nos la negaron a toda la familia, n os pusimos a averiguar y evidentemente era que mi nombre era el apodo de un guerrillero alias Alberto Martínez, es un nombre tan común que hasta lo usan de alias. Me acuerdo que una vez estaba en Bolivia en un curso del Fondo Monetario Internacional en un pueblo que se llama Santa Cruz de la Sierra, que queda a los limites con Brasil y, yo recibía todas las noches un memo que decía “Alberto no puedo verme contigo hoy, pero mañana sí con toda seguridad, voy a La Paz pero ya vuelvo” y me preguntaba pero quién es, y pasaba que en el hotel había otro Alberto Martínez. Entonces, la situación fue en la embajada, no en el aeropuerto, y nos tuvieron la visa retenida por mucho tiempo, luego averiguaron que yo no era ese  Alberto Martínez.

Entregado a Dios y devoto de la Virgen, ¿cómo ha sido el proceso de crecimiento personal y espiritual?

Yo no sé cuando empezó esto, mi fe es mariana, es probable que tenga alguna relación con la patrona de Cartagena, que es la Virgen de la Candelaria, lo que pasa es que cuando yo me encuentro ante ala imagen de una virgen me pasan cosas que no podría describirlas, pero siento como una paz interior,  siento un mejor contacto con Dios, la Virgen para mí es un gran referente, debe ser también por las dos figuras que yo idealice en mi casa que eran mi mamá y mi abuela y lo que sufrió mi abuela y lo que padeció mi mamá; de repente, hice algunas asociaciones con el sufrimiento de la Virgen, y el asunto es que mi fe siempre ha sido mariana, está más allá de los contactos personales y está, creo, que más allá del mundo terrenal, yo creo que soy una misión de ella y soy lo que soy por lo que ella, de alguna manera ha querido que sea, y siempre está ahí en su generosidad inmensa para recibirme el día que yo quiera, es un referente de fe tan noble que siempre está ahí esperándome, abrazándome.

¿Ha pensado en algún momento dejar de escribir?

(Risas) es una pregunta interesante, porque cuando yo creí haber el periodismo, me encontré enseñando periodismo, cuando llegué a la universidad del Norte a trabajar, me dijeron que necesitaba hacer una Maestría, y lo más cercano que yo tenía era la Maestría en educación, pero mi tesis fue sobre periodismo, entonces hice una historia de vida sobre Juan Gossaín de por qué escribe como escribe; luego, me dijeron que tenía que hacer un Doctorado; entonces hice un Doctorado en Ciencias Sociales y estoy haciendo una tesis sobre periodismo cognitivo, porque bueno ¡yo lo que soy, soy periodista!. Yo toda la vida he sido periodista, desde que tengo uso de razón lo he sido y creo que voy a morir siendo periodista. Para mí el periodismo no es solo la más bella profesión del mundo como dijo García Márquez sino, una esencia de vida, yo soy periodista todo el tiempo.

¿Cómo llegó a convertirse en columnista de El Heraldo?

Estaba Ernesto McCausland en El Heraldo, yo creo que Ernesto se motivó por el bando que le escribí a Andrea Jaramillo, que a mi juicio fue una pieza estupenda, entonces Ernesto estaba ahí, lo escuchó, y al día siguiente me llamó, y me dijo que si quería ser columnista, iba a reemplazar a Dayana Acosta, que acababa ser nombrada en la Secretaría de Cultura de la Gobernación y me dijo: sería semanal, pero debo confesarte que tengo un temor, y es que los académicos escriben muy pesados, muy técnicos y salió bien la cosa, me dedique a las primeras columnas.

La idea fue coyuntural, Ernesto me lo propuso y yo empezaba la clase de argumentación y, pues, perfecto; de hecho, Ernesto se adelanto a una petición que le iba a hacer, le iba a pedir que me dejara escribir cada quince días.

En el ámbito profesional, ¿cree que le hace falta algún escrito por publicar para tener la máxima satisfacción?

Los periodistas famosos, cuando les hacen esta pregunta, dicen “yo quiero escribir la noticia que diga se hace la paz en Colombia”, cosas así, de pronto me gustaría escribir sobre eso, pero yo tengo algo más personal. Yo le he hecho seguimiento a una historia de un galeón hundido en el más profundo de Cartagena, se llama el galeón San José; hundido en 1708 por un error militar de una flota británica, llevaba 500 personas y un cargamento en oro y plata que a cuentas de hoy está estimado entre cinco y diez mil millones de dólares. Yo quiero escribir la historia del rescate del galeón San José, quiero contarle a la gente no solo el oro que llevaba ahí sino como era el mundo en al año 1708, porque iban a rescatar los tenedores, los platos, los baúles y algunos trozos de ropa, si no se la han comido los sastres.

¿Qué tan importante ha sido su esposa en la construcción de su carrera?

Ella es muy despiadada en la crítica, como tienen que serlo las esposas, es mi crítica más fulminante, la crítica con la que mas peleo en consecuencia, pero a la que termino obedeciendo, ella es la primera lectora de mis escritos, la inspiradora de algunos temas, digamos que ella me sugiera a veces sobre qué temas escribir, es una consejera permanente, como yo también lo soy de ella en su trabajo. Yo creo que el que ella se haya ido para comunicación organizacional y yo quedara en el periodismo, fue una buena decisión, porque nos complementamos.

En su hoja de vida son evidente todos lo proyecto investigativos que ha realizado, ¿qué lo motiva a hacer tantas investigaciones?

Si por mi fuera, me dedicaría solamente a dictar clases, a mí lo que más me gusta hacer, después de estar en mí casa, es dictar clases, la investigación es un requisito de las dinámicas universitarias de estos días, se supone que la academia no es academia si no hace investigación y si no le apunta a un nuevo conocimiento. En la medida que uno ponga aprueba el conocimiento adquirido y que busque un nuevo  conocimiento derivado de la investigación puede enriquecer mejor su tarea como docente.

Usted que, constantemente trabaja con estudiantes ya que se dedica a la docencia, ¿cómo ve el futuro de estos nuevos periodistas en las comunicaciones?

Uno siempre se queja que los estudiantes de hoy no son como los de antes, y la queja del profesor es que no leen, yo tengo una postura diferente, ustedes si leen, pero no leen lo que nosotros queremos que lean, que es diferente. Yo creo es que nosotros como promotores de la lectura no hemos evolucionado, ni hemos propiciado que los textos que nosotros queremos que ustedes lean evoluciones, el libro es el mismo libro de siempre, y no nos hemos inventado la manera de interesarlos a ustedes en las lecturas densas.

Estamos ante una generación distinta, yo soy de la época de la radio, esta en una generación digital, yo la vea actuante, deliberante, contestataria, rebelde, incisiva, descubridora, creativa, yo la veo creando nuevas alternativas mediáticas. ¿Qué viene ahora? Esa respuesta la tienen ustedes, pero lo que viene, creo yo, siempre va a ser mejor, yo veo es a los nuevos periodistas con un papel protagónico y definitivo en la sociedad que entre todos están construyendo y veo a los periodistas de El Heraldo, como yo, rezagados y escribiendo memorias, o acaso en una cabaña frente al mar poemas o lamentos entre Jhon Acosta, Anuar Saad y Alberto Martínez sobre aquello que fue y hoy no fue.

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