Por Germán A. Ruiz Zirene
Era una mañana común y
corriente. Hacia un día soleado y agitado por la cantidad de pacientes que
llegan a diario a la sala de cirugía del Hospital Pediátrico Camino
Universitario Adelita de Char. El Doctor León Fonseca es el director de cirugía,
pero esa mañana se desocupó temprano, tenía que comprar unos materiales que
necesitaba para su clínica, y, por esta razón se dirigió al banco a retirar el
dinero.
De regreso desprevenido y
tranquilo, con el capital a su lado, parqueó en la clínica Betel, y no se dio cuenta
que dos hombres motorizado lo habían seguido hasta ahí. Posiblemente, estos
delincuentes ya sabían que el médico había retirado dinero de la entidad, y,
por lo tanto, no tendría nada de particular que le tocara ese día ser la
víctima, sin saber lo que le esperaba.
El
hecho
Para los delincuentes la
victima llegó inadvertida. Esperaron que parqueara el carro, diagonal a la clínica Betel, se bajara de la camioneta
de color blanco, que la víctima ubico en la calle 57 con carrera 24, detrás del
antiguo edificio del Seguro Social. Ágilmente
el delincuente se bajó de la moto y, con el arma oxidada y el dedo en el gatillo
empezó a apuntar al médico para quitarle el dinero.
Era la segunda vez que lo
atracaban. Antes le habían pegado un tiro en el ante brazo izquierdo. La gente
que presenció el acto quedó paralizada, menos el hermano del médico, quien,
impávido, estaba al extremo de la calle, y se encontraba armado. El ladrón no
sabía que el destino esa mañana, le haría una mala jugada, y menos que habría
alguien armado, pero peor aún que la situación se le saldría de control.
El arquitecto empezó a
apuntarlo, y, en ese momento, el médico se aprovecha para desarmarlo, en el
forcejo, logra la hazaña y, en defensa propia, le vacío los cartuchos del
revólver, sonaron los balazos. Quizás, por los nervios y por el instinto de
supervivencia y de protección, el medico hizo lo que nunca se imaginó.
Segundos más tarde, su
cómplice huyó del lugar de los hechos. Aproximadamente, eran las 10:00 de la mañana. Lentamente el ladrón
fue cayendo solo sobre el pavimento, a un costado de la calle, diagonal al
carro, y por su boca salían los fluidos blancos propios de la muerte, “vómito”,
producido por una hipoxia cerebral, por falta de oxígeno en el cerebro.
Después del tiroteo, el
lugar de los hechos se llenó de curiosos. De la nada, apareció la Policía. El
sonido de las alarmas retumbaba en los odios de los espectadores que se aglomeraban
alrededor del delincuente, quien ya se encontraba muerto. Pero el doctor, dentro de su shock, se negaba
a creer que sin querer, en defensa propia, había matado a una persona: qué
irónico que quien en tantas oportunidades ha salvado vidas en cirugía, acaba de
terminar con una.
Entre varios agentes
cargaron al cadáver y lo metieron en la patrulla. Cuando lo levantaron, la
sangre se le salía por los costados, derramándola por una parte de la calle, específicamente
donde estaba él.
La imprudencia de la
ciudadanía desordeno la escena del crimen y no se pudo recolectar la totalidad
de las pruebas. Por otra parte, una patrulla
distinta se llevó a los dos hermanos a tomarles las declaraciones, al mismo
tiempo que una mujer que presenció los faticos hechos, alterada y asustada, le
decía a los oficiales: “Lo mato con su misma arma, ahí está la prueba, los
proyectiles del arma son de él”.
Apresuradamente, la patrulla
de la Policía transporto al balaceado al Cari (Centro de Atención y
Rehabilitación Integral) a la vuelta
donde sucedo la desgracia, pero el médico que lo atendió dijo que estaba
muerto. Luego lo trasladaron a Medicina Legal y en este les manifestaron que
tenían que hacer inspección del cadáver. Así finalmente, el cuerpo fue llevado a la
morgue del Hospital Barranquillita.
Identificación
del Occiso
Al llegar al Hospital
Barranquilla funcionarios de la Sijín revelaron el nombre del delincuente. En la
cartera del ladrón, encontraron su cedula: se trataba de Ezequiel
Paternina Torres, de 26 años, natural de
Barranquilla. Y la autopsia revelo que Paternina tenía cuatro proyectiles, tres
por el tórax y uno en el antebrazo derecho.
Hasta el momento, el personal de la Sijín de la Policía, esta adelantado las investigaciones previas a
los hechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario