“Dios te da el presente. Tú, simplemente, trabajas en él”

Por: Stephanny Chávez

Mientras cruzaba la calle, se acercaba tres chicos que lo solían esperar todas las tardes, en el mismo lugar de siempre, el parque Montecristo, ya que era uno de las tantas ocupaciones diarias del ex futbolista profesional Horacio Estrada, un hombre luchador que pasó por las canchas mostrando valentía y fuerza. Lastimosamente, una lesión acabó con ese sueño. Horacio tiene 33 años. Actualmente vive en el sector más popular de la ciudad, el Barrio Abajo. Es un hombre de 1,72 de estatura, pesa 84 kilos. El día que le hice la entrevista, con sudadera del Junior, camisa de la liga profesional del Atlántico y herramientas de trabajo de entreno. Horacio se considera, a pesar de haberse retirado del fútbol, un hombre atlético y muy exitoso.

Nos cuenta que su carrera empezó desde muy pequeño, con una familia un poco maltratada, ya que su padre se encontraba lisiado y eso provocó un desenfreno al alcohol. A pesar de todo eso, el apoyo de sus padres para con él era incondicional. Dice que el fútbol empezó para él en la ciudad de Barranquilla por una simple diversión en el barrio, después da paso a un equipo llamado Droguerías Olímpica, liderado por la poderosa familia Char; luego pasó al deportivo Junior, donde duró 2 años; seguidamente, a Horacio lo pasan a un préstamo con el conocido Fabio Poveda periodista, y amante del deporte, que tenía su propia escuela de la que hacía parte Horacio y los hijos de Fabio.

Después de muchos percances, Horacio cumple su sueño de estar en Millonarios F.C. Conoce a Germán Gutiérrez de Piñeres, mánager general de las categorías de este equipo, fuente importante para el ingreso que le permitió jugar con los grandes, de estar en una cancha con millones de espectadores. Esto le cambia su vida para siempre. Duró 7 años en este equipo, con muchos sacrificios, con una experiencia maravillosa donde vivía con lujos.

- ¿Cómo terminó tu carrera como futbolista profesional?

-Debuté en el 2001 contra el Unión Magdalena, en el estadio el Campín; termino con un parte médico de dos cirugías de rodilla derecha, y, para el comienzo de pretemporada la rodilla no aguantó la carga y el profe Ernesto Peluffo me dio su apoyo y, por cuestiones de gerencia, me dijeron que dejara el club.

Su vida dio un giro del cielo a la tierra. Me contó que las comodidades a las que él se acostumbró en Millonarios no eran las mismas. Le tocó volver al ritmo de vida que tenía y que muchas veces se frustraba de haber perdido su tiempo y no poder seguir ejerciendo su talento.

¿Eres feliz ahora que ya no juegas y solo te dedicas a formar a jóvenes para ser futbolistas?

- Afirmo con voz alta pero segura, “Dios te da el presente. Tú simplemente trabajas en él”.

Sentía, en ese momento, que esta entrevista iba por el mejor camino: él estaba seguro de sus palabras y listo por darle un mensaje a todos los chicos que necesitan un apoyo en el fútbol; también en su mirada, después de esas palabras, noté cómo sus ojos se llenaron de lágrimas, pero la fuerza al hablar era próxima a tener coraje y no llorar. Estábamos en un parque, en pleno entreno dirigido por él, por deportistas que para él era una responsabilidad cuidarlos y ayudarles a que cumplan sus sueños, él no siente que todo terminó: ahora, entre sus ocupaciones, está en sacar adelante a las Tiburanas.

En ese momento, la llamada de uno de los jugadores interrumpe la entrevista para dirigir lo que era su entreno, y poder atender a esos 5 chicos ya,  que lo esperaban con ansias. Esperé paciente y le grité mientras caminaba a sentarme, “No te preocupes, yo te espero para el segundo round”.

Retomando la entrevista, empezó a describir cuáles eran sus proyectos, tenía a su mando la Selección Atlántico 2002, está trabajando en eso arduamente. Me cuenta que actualmente dirige el fútbol femenino y que trabaja como asistente del Junior. En su ámbito familiar, Horacio tiene dos hermosas niñas que las hace llamar “sus tesoros”, vive en un hogar tranquilo y lleno de amor con su esposa.

Culminando la entrevista y con un saludo de despedida, Horacio se dio cuenta, mientras charlábamos, que me gustaba mucho los deportes y me hizo una invitación cordialmente a que fuera al programa que se realizará el viernes, a las 7:30 PM en la Universidad de la Costa. Agradecida y emotiva, pude retirarme con el anhelo de que la próxima vez, por esa dedicación que le imprimiría a su trabajo, lo veía como técnico de algún equipo de fútbol profesional de la A y que todos sus sueños sean cumplidos.