Buscar este blog

viernes, 15 de junio de 2018

¡Un golazo anotado a la vida!


Por Diana Márquez


Ante la amenaza de un torrencial aguacero que se pronunciaba ya con la neblina, las nubes grises y el rocío de una fría brisa, se logró llevar a cabo la tan esperada entrevista con el gran tecnólogo de mantenimiento industrial, Parmenides Márquez. A pesar de las condiciones climatológicas y el retraso que pudo causar ante mi llegada al lugar de la entrevista, no hubo nada de qué preocuparse, pues, finalmente, pude llegar a la hora indicada. Alrededor de las seis y media de la tarde, arribé a tierras soledeñas, exactamente al barrio Los Robles, donde el señor Márquez, como respetuosamente suelen llamarlo sus vecinos, me abrió las puertas de su acogedor hogar. Saludándome con un estrecho apretón de manos y una sonrisa casi que interminable, me dio la bienvenida y me invitó a ingresar a su vivienda, que además comparte con su esposa Marilin y sus dos hijas. Me convidó a sentarme en los muebles blancos de su pequeña sala, que hacían una armonía perfecta en el pequeño espacio; accedí a ello. Una vez ubicados allí, logramos establecer el hilo de una conversación bastante fructuosa.

Con el telón de fondo de un clima híbrido entre el calor y la fuerte lluvia que ya azotaba el territorio, dejó de lado su extraño carácter temperamental. Sí, tan extraño como su nombre. Se olvidó de su máscara de hombre serio, frío y tosco, y le dio paso al hombre carismático, alegre y optimista que se esconde detrás de él.


El nerviosismo se apoderaba del ambiente, pues Parme, como lo llaman sus amigos de confianza, se notaba muy extrañado por la idea de conceder una entrevista, debido a que no suele brindar respuestas abiertamente sobre su vida privada; sin embargo, se mostraba entusiasmado por la idea de que personas ajenas a él le conocieran y se enterarán sobre aspectos personales. Los movimientos rápidos y desesperados de sus manos gruesas y largas evidenciaban el esfuerzo interminable que hacía por calmar su ansiedad.  Afortunadamente, el rostro sonriente del señor Márquez me da muestra de su amabilidad, lo que nos permitió crear un ambiente cálido, a pesar de la fría temperatura, que nos hizo entablar una conversación muy fluida, amena y cómoda.

Para terminar de romper con esa ola de ansiedad que se vivía en el ambiente, le propuse que empezáramos a hablar sobre su vida personal, sus gustos, y su inclinación por los deportes. Y, como era de esperarse, no dudó ni un instante en acceder a dicha propuesta. Ajustó el cuello en forma de v de su camisa rosada, juntó sus manos, suspiró profundo y con total seguridad, firmeza y determinación se dispuso a proporcionarme la información.

Parmenides Márquez Pérez, nacido en Barranquilla el 9 de enero de 1969, en las entrañas de un hogar noble, humilde y de escasos recursos, es el sexto hermano de los once que completan la dinastía Márquez. Es tecnólogo mecánico industrial, aunque siempre quiso ser ingeniero, pero por motivos monetarios y la inestabilidad laboral de su padre, nunca pudo alcanzar su título. Logró graduarse de bachiller académico en el Instituto Técnico de Comercio, que además, recuerda como uno de los mejores momentos de su vida, pues creyó que nunca iba a alcanzar su título por la imposibilidad que representaba ir a estudiar, por el hecho de que debía quedarse en casa cuidando a sus hermanas menores. A lo largo de su vida, ha experimentado diferentes pérdidas en su familia: la muerte de dos sobrinos, dos hermanas, su padre y sus abuelos. Los recuerda con mucha nostalgia, tanto que se le quebranta la voz al mencionarlos, pues sus recuerdos siguen vivos en su mente y en su corazón, aunque ya no estén presentes.

Incursionó en el mundo tecnólogo con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), entidad que le abrió las puertas y lo ayudó a obtener un título, gracias a su gran desempeño académico. Además, fue premiado por el gran talento y las grandes habilidades que poseía para jugar fútbol. Empezó siendo central en Supertec, equipo de la institución en que cursaba sus estudios; pero, posteriormente, fue promovido a arquero; posición con la que conquistó grandes hazañas, ganando dos torneos locales y uno departamental.

Cumplido su ciclo en Supertec, y después de obtener su gran título de Tecnólogo de mantenimiento industrial, ingresó a Pizano S.A, empresa que le abrió las puertas y fue su casa por 20 años. Allí, vivió experiencias que marcarían su vida para siempre. En pleno furor y apogeo de su carrera como portero de Calzados Jojana (equipo que patrocinaba a la empresa), una máquina apagó el sueño de un hombre que atajaba todos los problemas para poder anotarle golazos a la vida, pues no pudo impedir que una máquina partiera su pierna en tres partes. Con angustia y desesperación, recuerda el momento traumático que vivió al verse al borde de la muerte.  “Si mi compañero de turno no llega y apaga esa máquina, no estaría dando mi testimonio de vida. Me vi muerto; por un momento todo se nubló y sentí que la luz, que representa mi vida, se apagaba”, sentenció. Su voz se entrecortó, sus ojos se tornaron llorosos y dejé escapar una que otra lágrima al recordar ese doloroso momento que partió su vida en dos.

La incesante lluvia parecía no dar tregua, pero las sinceras lágrimas que el señor Márquez dejó escapar, fueron la solución perfecta para apaciguar la violenta tormenta. Bajo el marco de lo que lucía como una noche fría, larga y emotiva, aproximadamente a las siete y cuarenta y cinco, empecé a darle un tono de finalización a la entrevista.

No ha vuelto a jugar más fútbol, pues las tres operaciones que le realizaron le impiden correr o realizar movimientos bruscos. Con desesperación narra la agonía y su frustración por estar inmóvil diez meses, en los que el dolor era el principal protagonista. Su vida dio un giro de ciento ochenta grados, pues no volvió a ser la misma; sin embargo, afirma con nostalgia y entusiasmo que este episodio terrible le permitió acercarse más a Dios y lo ayudó a superarse a sí mismo. Su mensaje final fue dirigido a los jóvenes para que luchen por sus sueños, nunca se rindan y perseveren en sus objetivos. Hoy en día, está desempleado, pues su empresa lo  liquidó el pasado febrero del presente año, pero después de lo que atravesó, no se dejará vencer por la adversidad. Nuestro encuentro finalizó entre risas que se perdían entre el sonido de la ya calmada lluvia y con fotografías que sellaron el emotivo momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario